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Veenezuela: cómo la burguesía hurta la renta petrolera y es dueña del 71% del PIB

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*Manuel Sutherland

A chavistas, antichavistas y a algunos “socialistas” ingenuos, les
parece increíble que la economía venezolana esté aún en manos de la
burguesía local y sus congéneres internacionales. Pero es así. De allí
surge una interrogante: ¿Puede ser el Estado, económicamente hablando,
más pequeño que antes, aún cuando se hayan nacionalizado algunos
grandes sectores?

Las cifras que demuestran la pequeñez económica del Estado.

La realidad es difícil de entender. Lo más lógico es pensar que la
hipertrofia burocrática del Estado, lleva aparejada un crecimiento de
los medios de producción en manos estatales. Ver las nacionalizaciones
de empresas de comunicación, siderúrgicas, finanzas, cemento etc.
invita a pensar que el Estado venezolano es dueño de casi toda la
economía. La falaz oposición nucleada en la mísera MUD, no cesa de
afirmar que el chavismo ha ahogado a la empresa privada y que ésta se
diluye o al menos pierde poder. El mismo Presidente Chávez refuerza
esa errónea imagen de Estado empresario, cada vez que aparece en
televisión “amenazando” con la posibilidad de realizar expropiaciones
a la propiedad de la rancia burguesía criolla (el ejemplo más notorio
fue la llamada en vivo y directo al presidente del Banco Provincial).
O cuando el Presidente argumenta que las anodinas joyerías del centro
deben ser “expropiadas”. Todo ello, hace creer lo que dice la mendaz
oposición derechista: “el Estado es dueño de toda la economía”.

El socialismo científico debe atravesar la apariencia y erigirse por
encima del inútil sentido común mercantil, que nada explica y todo
distorsiona. En esa tarea y para el campo que nos atañe en el escrito,
es imprescindible examinar con cierto detalle la responsabilidad en la
producción de lo que cada sector hace en la economía: la burguesía
local (Ej.: POLAR) más los fragmentos de capital transnacional (Ej.:
coca cola) versus la producción estatal (Ej.: Sidor). Así las cosas,
dentro de la totalidad de la producción de bienes y servicios
realizados a lo interno del país (PIB) podemos ver en las cuentas
nacionales, una distinción ente el PIB privado y el PIB público es
decir, estatal. Mediante dicha diferenciación podríamos acercarnos a
entender el peso real de cada sector en la economía local.

Desde esta sucinta explicación, podemos utilizar para nuestro análisis
la data oficial del año 2010, en la que se demuestra que el PIB
correspondiente al Estado, sólo alcanza un escuálido 29%, quedando el
resto de la producción de bienes y servicios, como responsabilidad de
nuestra importadora burguesía local, es decir el 71%. Lo que significa
que a 11 años de proceso bolivariano, la economía mantiene su carácter
eminentemente privado y los sectores empresariales siguen tomando la
mayor tajada en el festín de la explotación a la clase obrera
venezolana y extranjera que labora en nuestro territorio. Esta
tendencia infeliz del PIB es generalmente tomada como “positiva” por
el ingeniero eléctrico Jorge Giordani, ministro de Finanzas y
Planificación, porque expresa una supuesta menor dependencia del
petróleo(¡)

Pero, ¿se puede decir que hay un proceso de reversión de ese PIB
mayoritariamente privado, en favor del PIB estatal? No. De nuevo, lo
que nos muestra el gráfico que a continuación les mostramos, es que
incluso en el año de 1999, el porcentaje correspondiente al PIB
público era ligeramente más alto que en la actualidad (32%). La
economía en manos directas de la burguesía, basada en la acumulación
privada de capital sobre la base de la explotación obrera, ha venido
creciendo más rápido que la economía estatal. Otro asunto notable,
pero a la vez muy coherente con el funcionar capitalista, se deduce
del hecho de que en los años de mayor crecimiento económico o
“prosperidad” burguesa, el PIB público suele achicarse.

Gráfico 1

Ojo, muy a diferencia de lo que sostiene frecuentemente el economista
Víctor Álvarez, nosotros no consideramos que haya un crecimiento de la
economía capitalista en detrimento de una economía “social”, pública o
“no capitalista”. Para nada. La economía venezolana como parte
integrante del proceso mundial de acumulación de capital, es una
economía por entero capitalista. Venezuela como alícuota diminuta del
capital mundial, refleja en su seno la organización social del trabajo
bajo la estructuración propia del modo de producción capitalista. Es
decir, el trabajo social en nuestro territorio se hace de manera
privada, independiente y con la direccionalidad manifiesta hacia la
producción de mercancías, es decir, valores de cambio. Esos valores
son producidos mediante la explotación del trabajo obrero, lo que
sustenta el proceso de acumulación de capital a base de la extracción
de plusvalía. Por ello, estamos en absoluto desacuerdo en contraponer
ideológicamente a un sector capitalista versus un sector estatal
popular, bienhechor o cuasi-capitalista.

¿Por qué el 71% de la economía criolla está en manos de la
burguesía?

Aunque a algunos les parezca “insólito”, la burguesía ha ampliado su
poder económico, es decir, ha acumulado más capital; por ende es fácil
advertir que la explotación sufrida por el proletariado se ha
incrementado y que los resortes de la economía están en manos de los
chuscos explotadores. En base a lo anterior y en otras experticias,
podemos afirmar, que las tímidas reformas económicas del proceso
bolivariano han tenido un efecto magro en cuanto a hacer crecer el
sector estatal en la economía.

Pero de allí surge una pregunta sencilla. ¿Si PDVSA genera el 96% de
todos los dólares que entran a la economía y esos dólares son los que
permiten importar más del 75% de nuestro consumo nacional, cómo el
porcentaje del PIB en manos de la burguesía puede ser tan alto?

¿Por qué la burguesía importadora crece a tales magnitudes?

A 11 años de proceso bolivariano, la burguesía se ha hecho más grande
y ha consolidado su papel explotador. ¿Pero cómo funciona el mecanismo
que permite a la burguesía local filtrar la renta petrolera y hacer
crecer sus fortunas de manera sostenida?

Empecemos por aclarar algunas generalidades del proceso de acumulación
capitalista en Venezuela. Lo más importante en este caso, es advertir
las bajas tasas de productividad del trabajo en la economía
venezolana. Altos salarios (en comparación con el sudeste asiático),
un mercado pequeño (baja escala), obsolescencia tecnológica, ser
víctimas de la acumulación originaria y el atraso científico propio de
la especificidad de la acumulación capitalista en el país, son los
causantes de la baja productividad industrial y de la falta de
competitividad internacional en la generalidad de las mercancías. Muy
lejos de los monetaristas que creen que devaluando la moneda vamos a
dar un salto en la competitividad mundial (ya nombramos quien lo
afirmó en TV), las características estructurales de nuestra nación,
impiden el desarrollo de industrias que exporten tecnología y
productos manufacturados.

La sobrevaluación, o sea, mantener el precio del dólar en bolívares un
poco más alto que lo que indicaría el nivel de transacciones de
divisas en el mercado, es uno de los mecanismos que drenan toneladas
de renta. Otra forma de dilapidar renta es el conjunto de
subvenciones, préstamos y ayudas comerciales a la burguesía industrial
y a los pequeños productores que otorga el Estado. Sueldos muy altos a
burócratas, transferencias asistencialistas con intenciones
clientelares, contratos de servicios o construcción con elevados
sobreprecios, son otras de las vías como la renta petrolera se
distribuye en el país.

Sabiendo cómo se emplean los recursos en el país, la burguesía local
se afana en buscar con toda fuerza, la forma en la cual pueda
apropiarse con la mayor rapidez y fluidez del producto de la renta
petrolera. Por ello y entendiendo que no tienen los atributos
estructurales para competir en el mercado mundial, la burguesía local
se apaña en el comercio. Así, Venezuela y sobretodo Caracas, se llena
de centros comerciales, finanzas y bazares donde lo que se expende es
abrumadoramente importado. El empresario criollo es mayoritariamente
importador por las razones estructurales que arriba sostenemos, no por
una absurda y racista creencia de que el empresario criollo es
“perezoso” o que no tiene “visión empresarial”. No.

Empresas como POLAR, cuyo producto mayoritario es la cerveza,
constituye una excepción debido a que los costos de producción,
distribución y expendio que representaría importar masivamente la
cerveza, son muchos más altos que los que puede poseer un capital
altamente concentrado y eficiente en esa rama. De más está decir, que
los componentes de la cerveza son también importados…cebada, lúpulo.

¿Cómo se anidan las importaciones masivas o cómo la burguesía se
enriquece –tan- fácilmente?

Por lo visto anteriormente, la vía expedita para que nuestros
empresarios hagan fortuna, implica la importación de mercancías
baratas y su venta en el mercado local a los más altos precios
posibles, de acuerdo a lo que la competencia le permita.

El control de cambio ha venido a ser un impulso tremendo para
concentrar la importación en pocas manos, apropiarse de dólares
baratos, vivir de la especulación comercial y de la reventa de divisas
en el mercado paralelo, donde la burguesía realiza ganancias
fabulosas.

La sobrevaluación del bolívar es una herramienta que permite al
empresariado local, la absorción de renta y toda clase de negocios
parasitarios muy lucrativos. El control de cambio (muy necesario en el
2003) es una bendición para la burguesía importadora consolidada que
tiene el músculo para importar en gran escala. Como los dólares son
mayoritariamente entregados a esa élite burguesa, ellos se pueden
permitir comprar un DVD a 30 dólares y revenderlo a 387 Bs. Guardando
para sí, una modesta ganancia de 200%. La camioneta Grand Cherokee
(año 2011), en su versión estándar, cuesta 33.000 dólares (141 mil
bolívares) en EEUU (http://www.jeep.com/en/2011/grand_cherokee/). En
este paraíso especulativo, el concesionario oficial de la Chrysler
vende la misma camioneta en 555.598 bolívares (http://www.jeep.com.ve/
grand_cherokee/models/precios_gd_cherokee.html).

A simple vista se observa que la camioneta se vende 4 veces más cara
en Venezuela que en EEUU. El empresario que pidió sus dólares CADIVI,
invirtió 141 mil bolívares y la vendió en 555, “obtiene,” sin agregar
ningún tipo de valor adicional, un “modesto” margen de ganancia que
roza el 300%, es decir, se “ganó” en esa transacción unos 414 mil
bolívares por una ramplona operación de compra-venta. Esa transacción
se computa en el PIB y esos 33 mil dólares, “crecieron” hasta su
equivalente de 120 mil dólares. Por ello, el PIB no petrolero se
muestra mucho más alto que el petrolero. Si argumentan que importan
con dólares del mercado paralelo, es más grave el asunto, porque los
miles de millones que aporta CADIVI y más recientemente el SITME, si
aparecen en los balances contables del país y tienen que haber sido
entregados a “alguien”.

Tan grande son los márgenes de beneficio en la importación, que hay
personas que viajan con poquísimos dólares y al comprar algunas
mercancías en el extranjero y revenderlas acá, cubren fácilmente el
costo del boleto, el hotel y su ganancia.

De esta forma tan rústica e improductiva, la burguesía sambilera se
embolsilla gracias a nuestro petróleo (y al control de cambio) miles
de millones de bolívares sin producir ninguna mercancía, a fuerza de
especulación pura y dura. Ojo ni siquiera hablamos de los
multimillonarios negocios de compra y venta de dólares en el mercado
paralelo.

Obviamente, como marxistas, no estamos a favor de desmontar el control
de cambio y dejar al dólar flotar en el mar de la especulación. No.
Nosotros planteamos la construcción de una CENTRAL DE IMPORTACIONES
(tema que trataremos en otro escrito) como medida estratégica
transicional que permitiría detener la hemorragia especulativa y
organizar productivamente la importación.

¿De dónde salen todos los dólares para que la burguesía especule y se
haga millonaria?

Si nuestra burguesía local (venezolanos y extranjeros dueños de medios
de producción y expropiadores de plusvalía en el territorio nacional)
no produce casi nada y no exporta casi nada, ¿De dónde saca los
dólares? Fácil, del petróleo. PDVSA y las expoliadoras empresas
mixtas, son las que generan el 96% de las divisas que al país
ingresan. Por todo eso, las actividades de servicios, comercio,
finanzas, comunicaciones etc. como vías de apropiación de la riqueza
petrolera, poseen valores muy altos en el PIB y estos rubros, engrosan
el PIB privado del que tanto hablamos.

En el gráfico a continuación, se muestra (en rojo) el grotesco nivel
de las importaciones de bienes y servicios del empresariado, en
contraste con las exportaciones privadas no petroleras (en azul). En
el clímax de esta desproporción, vemos que la burguesía en el 2008
importó (sola-solita) mercancías por un valor de más de 45 mil
millones de dólares estadounidenses y apenas exportó 5 mil millones de
dólares (cifra que bajó a la mísera suma de 1.800 millones de dólares
para el año 2010). Es decir la burguesía importa 9 veces más de lo que
exporta. De hecho de esa mísera exportación no petrolera, más del 80 %
consta de minerales extraídos con bajo procesamiento. El parasitismo
burgués consiste en importar barato y revender a lo máximo que se
pueda.

Gráfico 2

¿Puede aguantar la economía este locuaz ritmo importador rentista? El
rol de la crítica.

El gráfico y otras pruebas más, evidencian que la economía sigue
hundida en la fosa que el modo de producción capitalista impone:
improductividad, monoexportación e ineficiencia. Por ello, Venezuela y
los operadores políticos chavistas, se enfrentan a los mismos
problemas económicos y sociales que atormentan a las economías
capitalistas, cuya centralidad estriba en la renta de la tierra
enfocada en el área mineral. Al enfrentarse a estas variables, ellos
se ven obligados a ocultar que siguen administrando el Estado
capitalista y contribuyendo a la acumulación social del capital. Por
tanto, ya no es el funcionamiento estructural del capital y sus
consecuentes crisis, los culpables de los problemas económico-sociales
que nos afectan. No, ahora el culpable de la situación negativa, es el
empresario, la especulación o la corrupción; aunque las anteriores son
sólo consecuencias, formas concretas en las que se evidencian las
miserias económicas que sufre el proletariado en cada espacio donde el
capital se reproduce.

Aunque la realidad se les cae a pedazos y les abofetea, la élite de la
burocracia expresa su anticomunismo, su tenaz cobardía y hostiga con
las estupideces de siempre al pensamiento crítico, generalmente
arguyen idioteces como: “no digas la verdad, es mejor que la derecha
no lo sepa”, “no hagas esa crítica la derecha la puede usar contra
nosotros (los corruptos)”, “estamos en elecciones, es necesario
(mentirle) ocultarle esas cosas al pueblo”, “no hagamos críticas, para
eso está la derecha que critica mucho, nuestro papel es seguir
(adulando y robando) defendiendo nuestros (privilegios y prebendas)
honores patrióticos”.

La crítica revolucionaria es el camino de la inmensa base honesta del
PSUV y de los trabajadores estatales que trabajan con denuedo y se
esfuerzan por mejorar la situación del país. El chavismo honesto debe
confrontar a las direcciones reformistas y alzar la voz contra los
atropellos preñados de peculado. La única forma de que las cosas
avancen y sean realmente revolucionarias, es que haya una profunda
revisión crítica de lo que sucede y a partir de allí plantear un
cambio drástico en la situación actual.

Para grandes problemas, grandes soluciones. Debatir, criticar,
organizar y actuar en pro de solucionar los desmanes propios del
capitalismo es la labor principal a impulsar.

[email protected]
Caracas. 06/09/2011
Asociación Latinoamericana de Economía Política Marxista (ALEM)

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