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Tiempos y Espacios del Futbol

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Para APIAVIRTUAL

Nino Gallegos

Es tiempo y es espacio en que el modus operandi de la política se mundializa en zonas de ocupación y recepción como lo es con el Mundial de Futbol, organizado por la FIFA y el país sede para el juego del hombre, el comercio y el consumismo. Si Pelé fue el jugador que fue, luego el Rey Pelé, el Mercenario Pelé y ahora el Magnate Pelé, el futbol está tocado por el juego limpio y el juego sucio de los intereses económicos.

En los años 60-70, para quien esto escribe, se jugó el mejor futbol mundial, y a la vez, se dio una situación única en la innovación del futbol: La Naranja Mecánica, y para el mundial de Argentina se dio otra situación: Johan Cruyff, en protesta por jugar en un país con dictadura militar, no participa porque era sabido que ganaría la Dictadura Militar Argentina con el equipo argentino.

El futbol en el campo de los hombres, los nombres, las posiciones y los números pasaron a los hombres de Estado, a las marcas comerciales y a los millones de dólares en las ganancias con un jugador voraz: el consumismo. La FIFA y sus exigencias son para enriquecerse y para empobrecer más a los países sedes del mundial. Romario, exjugador y diputado brasileño, se expresó de Battler: es un “ladrón, mafioso e hijo de puta”.

De todos los jugadores mundialistas, ha sido Maradona lo mejor y lo peor del futbol profesional, tocando fondo en un sumergimiento y en un emergimiento que lo incapacitó sin perder el engreimiento de un jugador-un crack-cocainómano fuera de serie pero también fuera de lugar por un yo marcado por la desorientación dentro y fuera del campo: La mano de Dios, fue el principio de sus consecuentes desgracias.

Con los tiempos y los espacios, el Mundial de Futbol, ha hecho de la innovación un valor agregado-el plus en los buenos jugadores que se venden y se compran más que bien, millonariamente, como caballos de pura sangre, los estadios concentran los ánimos y los exacerban, no hay marginalidad social y hay un mar de gente haciendo olas: el triunfo y la derrota son los derroteros de una fanaticada que se abalanza del centro a la periferia de sus dominios urbanos, y en el caso del Mundial de Futbol en Brasil 2014, los de la periferia se abalanzan, protestando, hacia el centro del poder económico que es el gobierno brasileño asociado a la FIFA. Y para documentar el contexto brasileño con el mundial del futbol, Santiago Álvarez Campero, apunta: “En conclusión, la Copa Mundial de futbol tiene varias dimensiones políticas entrelazadas, pues en ella converge la creación multimillonaria de riqueza con los atributos positivos simbólicos, universales, del deporte. El principal actor (y beneficiario) es la FIFA, empresa y gobierno internacional que se alía con el Estado sede, cuyos objetivos políticos y económicos van más allá de las aspiraciones futbolísticas, pues buscan que el mundial sirva de plataforma internacional y funja como palanca de desarrollo. La expansión del alcance de la FIFA refleja la integración de la economía global; el predominio europeo, aunque decreciente, refleja el path-dependence histórico de la institución. Finalmente, aunque mundial, la copa de futbol reafirma la vigencia del Estado-nación y consolida la identidad nacional, la unión de sociedades desiguales. Está por verse todavía cómo transcurre la próxima copa del mundo, si hay más protestas, si acontecen escándalos, si el equipo brasileño es campeón; de esto, y de los efectos reales del mundial sobre la economía y la política interna y externa de Brasil, dependerá, en cierta medida, la continuidad de Dilma Rousseff al frente del ejecutivo.”

Si el balón de futbol es a lo que la globalización de la economía como mercancía y su plusvalía, la desigualdad socioeconómica sigue siendo una posición-imposición de los palcos al graderío, desde donde las personalidades se ocupan de los negocios y las personas se ocupan de los goles. Al final del juego, unos salen contentos y otros salen descontentos. Noam Chomsky, siempre tomando en cuenta las mediciones, las mediaciones y las audiencias reales y virtuales, mediáticas, de lo que es la innovación tecnológica en los medios de comunicación masiva, expone: “Los individuos capaces de fabricar consenso son los que tienen los recursos y el poder de hacerlo —la comunidad financiera y empresarial— y para ellos trabajamos.” Y no basta con ver y escuchar a los medios contenta y descontentamente cuando del mundial de futbol se trata, pues desde el iPod a la televisión sean fijos o móviles, el deseo del contento y el descontento es servido en el sitio de las más urgentes y necesaria decisiones para ser feliz o infeliz instantánea y casi eternamente, porque para ellos trabajamos con el entusiasmo y el ocio individual y familiar: de niño decíamos que para cualquier juego queríamos ser campeones del mundo, y desde entonces todas las frustraciones, sabiéndose que existen niños que no llegaran, ni siquiera, a grandes, a excepción de un niño Peña Nieto con su balón astro(eco)nómico para las reformas.

Sin que nadie me lo haya pedido, soy lector de poesía brasileña y portuguesa, y lo de Pelé y el Carnaval, pasaron a una anécdota vivencial de la infancia y la juventud, los tres tomos: Luz en el túnel, de Jorge Amado, son el testimonio de cómo Brasil ha de-venido transformándose al margen del contexto Latinoamericano por la barrera sociolingüística-cultural, siendo un país con los problemas de riqueza, pobreza y desigualdad como los demás países del tercer mundo: el desarrollo brasileño visto con óptimo crecimiento económico también se le ve con pésimo decrecimiento social, y Brasil no debe ser visto como ejemplo porque todo ejemplo es un espejismo. De los poetas y los novelistas, haciendo visible y leíble la barrera sociolingüística-cultural y literaria, les pasa lo mismo con los poetas y los novelistas mexicanos: son pocamente leídos. En esto, Brasil y México, están igualmente de jodidos por los analfabetismos funcionales y digitales. Que Albert Camus, Vladimir Nabokov, Umberto Eco, Eduardo Galeano, Ricardo Valdano y Juan Villoro hagan literatura del futbol, en lo personal, no los leo ni veo futbol porque no creo en el juego limpio porque el futbol no es democrático y sí es capitalista competitivo, mediático, mercadotécnico-comercial. Pier Paolo Pasolini, consideró al futbol la cosa más bella del mundo, y en la cosa va la fealdad del juego sucio, además de considerar al futbol latinoamericano poético y al futbol europeo prosístico.

El futbol pensado con los pies e imprimirle la velocidad vertical u horizontal en el campo de juego, está compuesto de una aritmética lúdica y especulativa como que México debe ganar el Mundial de Futbol, a decir de El Piojo Herrera, aunque el chiste sea jugar aunque no se gane, el sí se puede, se hizo lo imposible, ganamos perdiendo, el ya merito de los ratones verdes a los piojos alegres. Lo inevitable del balón de futbol, es que es un negocio redondo como la tierra concreta en un mundo abstracto de hombres-números-triunfos-ganancias de una FIFA que le apuesta a la riqueza con más riqueza, dejando en la banca a la pobreza.

“De la tarde a la noche aquellos adolescentes jugaban futbol con la luz natural nocturna con las estrellas y la luna con sus cuerpos semidesnudos y luminosos por el sudor eran la silueta-la sombra que driblaban a la silueta-la sombra contrarias y el balón de cuero llevado casi a ciegas entre los pies hasta llegar al área chica y patear con fuerza para anotar el gol. Era un juego de futbol de retas, el agua era para beber y seguir jugando y sudando como si aquella tarde con aquella noche fueran la última tarde y la última noche de sus vidas. Nunca se supo si ganaron o si perdieron.”

 

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