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En Holguín, Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René

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¡PRESENTES EN EL SENTIMIENTO Y EL RECUERDO!

Para APIAVIRTUAL

WILKIE DELGADO CORREA

Hace trece años que los 5 Héroes cubanos esperan que se haga justicia

Hace trece años que los 5 Héroes cubanos esperan que se haga justicia en los Estados Unidos y resplandezca la verdad, sería mejor decir las verdades, que sustentan el justo reclamo al sistema judicial y político norteamericano para que se produzca su liberación.

Suman millones de voces de todas las lenguas y países los que mantienen una lucha de solidaridad con los cinco. Antonio, Ramón, Fernando y Gerardo aún permanecen en prisión y están pendientes de recursos legales que puedan enrumbarse por el laberinto enmarañado de los tribunales estadounidenses. René, liberado después de cumplir su condena carcelaria, permanece como un rehén en territorio de Miami, bajo la injusta libertad supervisada, sin permitirle regresar a su país para reunirse con su verdadero pueblo y todos sus familiares que residen en Cuba. Así, día tras día la justicia o injusticia norteamericana teje, cual araña de patas peludas y espeluznantes, su telaraña vengativa, para mantener en un marasmo la existencia de nuestros compatriotas.

No es de extrañar que esos millones de personas que luchan y trabajan por la libertad de los 5 Héroes, se agrupen en más de trescientos comités en más de cien países del mundo de los cinco continentes. Y tampoco resulta extraño que hoy y hasta el día 20 de noviembre se celebre el séptimo Coloquio Internacional en solidaridad con los cinco y contra el terrorismo, con la participación de más de 300 representantes procedentes de más de 47 países, y acompañados por una multitud de ciudadanos de la provincia cubana sede, Holguín, situada a 775 kilómetros de La Habana.

Allí se reúnen, junto a las madres, esposas y otros familiares de los cinco cubanos, hombre y mujeres solidarios, esos que son capaces de fundar y amar, esos en que el desinterés y el deber marca sus destinos, esos que sienten como en mejilla propia todo acto que entrañe una bofetada, una afrenta, una vileza.

Allí en Holguín, como en un hogar o vientre materno, se incuban los argumentos, las reflexiones, las estrategias, los proyectos de amor de una causa, hija del patriotismo y la virtud, que merece cuantos esfuerzos sean necesarios para alcanzar la victoria.

GERARDO, RAMÓN, ANTONIO, FERNANDO Y RENÉ: ¡PRESENTES EN EL SENTIMIENTO Y EL RECUERDO!


Tres de Eduardo Galeano.

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I.

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.

Viajaron al sur.

Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:

—¡Ayúdame a mirar!

II.

Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.
Cuando me viene el desánimo, me hace bien recordar una lección de dignidad del arte que recibí hace años, en un teatro de Asís, en Italia. Habíamos ido con Helena a ver un espectáculo de pantomima, y no había nadie. Ella y yo éramos los únicos espectadores. Cuando se apagó la luz, se nos sumaron el acomodador y la boletera.

Y, sin embargo, los actores, más numerosos que el público, trabajaron aquella noche como si estuvieran viviendo la gloria de un estreno a sala repleta. Hicieron su tarea entregándose enteros, con todo, con alma y vida; y fue una maravilla.

Nuestros aplausos retumbaron en la soledad de la sala.

Nosotros aplaudimos hasta despellejarnos las manos.

III.

Enrique Buenaventura estaba bebiendo ron en una taberna de Cali, cuando un desconocido se

acercó a la mesa. El hombre se presentó, era de oficio albañil, a sus órdenes, para servirlo:

Necesito que me escriba una carta. Una carta de amor.

¿Yo?

Me han dicho que usted puede.

Enrique no era especialista, pero hinchó el pecho.

El albañil aclaró que él no era analfabeto:
Yo puedo escribir. Pero una carta así, no puedo.

¿Y para quién es la carta?

Para… ella.

¿Y usted qué quiere decirle?

Si lo sé, no le pido.

Enrique se rascó la cabeza.

Esa noche, puso manos a la obra.

Al día siguiente, el albañil leyó la carta:

Eso ­dijo, y le brillaron los ojos­.

Eso era. Pero yo no sabía que era eso lo que yo quería decir.+ (PE)


SOLIDARIDAD URGENTE

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Alberto Híjar Serrano

La clase mundial del 1% de los criminales explotadores del resto de la humanidad, ha decidido reprimir a los indignados y a los okupas en especial aprovechando los festejos de fin de año que a todos desmoviliza. Aún el gobierno autodenominado democrático y revolucionario en el Distrito Federal, interrumpió la energía eléctrica de los aposentados en el kiosco de Coyoacán que tuvieron que suspender las actividades del fin de semana del 12 y 13 de noviembre cuando llovió.

 

No hay en los plantones mexicanos la fortaleza de los norteamericanos apoyados por importantes intelectuales y artistas. Tampoco hay el poder de articulación con organizaciones de trabajadores capaces de cerrar aeropuertos o suspender el transporte como en Grecia ni la persistencia de los de España e Inglaterra. En Chile, la joven dirigente Camila Vallejo da ejemplo de movilización al alternar la negociación con la presidencia para alimentar las relaciones con los movimientos europeos y americanos. En México pasó desapercibida la presencia de indignados de Marruecos y Chile en el congreso sindical organizado por el SME. Tiene razón León Chávez Teixeiro cuando hace decir a Ponciano Flores “cinco hijos, el poder y la miseria”: “somos muchos desgraciados pero muy desperdigados”.

Al no haber capacidad de articulación y de planteamientos programáticos convincentes, triunfa la campaña de silencio y desprestigio de los medios al servicio del Estado pero lo más grave es la incapacidad de agitación y propaganda de los indignados. De aquí la escasa solidaridad con situaciones tan graves como la huelga de hambre de Edur Velasco desde el 11 de octubre para exigir el aumento del 2% del producto interno bruto para universidades públicas, el reconocimiento del SME con la restitución de los derechos de los trabajadores, la libertad de los presos políticos y el castigo a los responsables de los crímenes de Estado.

El doctor Velasco es profesor y ha sido dirigente sindical de la Universidad Autónoma Metropolitana donde se ha distinguido a lo largo de 20 años por su crítica a la privatización de la educación y a sus consecuencias para la producción de conocimientos. Llama investigadores contratistas a los docentes sin más preocupación que el acrecentamiento de su currículum para su incorporación a congresos y publicaciones productoras de fama y dinero. Asombra la ausencia de propaganda de la huelga de hambre y el plantón frente a la Bolsa Mexicana de Valores aun en las sedes de la UAM. Hay un espantoso encuentro del silencio oficial, los profesores, estudiantes y empleados desinteresados y la proclama de los indignados declarantes de agrupar “diversos movimientos y personas a título individual”. Afirman su identidad negativa como “movimiento político apartidista y anticapitalista” y proclama la necesidad de “construir un espacio de análisis, reflexión y lucha” y de “reforzar la ocupación permanente frente a la BMV y hacer de ésta un espacio de transformación social”.

Pero lo cierto es que el campamento con su tienda de campaña grande para Edur Velasco y los espacios cubiertos para las reuniones de los pocos interesados, significan una presencia ciertamente notoria sobre el camellón del muy transitado Paseo de la Reforma, pero la permanencia tendría que ser levantada por el bien de la vida del valioso profesor universitario con la salud mermada. Quizá los días posteriores al aniversario del arranque de la revolución de 1910, sea una buena oportunidad para dar por terminada la huelga de hambre sin perjuicio del plantón y de las actividades que tendrían que contar con propaganda efectiva para no permitir la desmovilización combativa por influencia de las fiestas de fin de año.

Movilizar para desmovilizar ha sido el peligro denunciado en las marchas y plantones que no generan organización para el largo plazo. En los próximos meses habrá competencia entre los partidos de Estado por el número de asistentes a sus actos electorales acompañados de consignas suficientemente abstractas y generales como para que cualquiera sume votos. De aquí la importancia del renacimiento de la APPO con la base magisterial de la Sección 22 del SNTE que pudiera superar los oportunismos que llevaron a Gabino Cué al gobierno de Oaxaca para mostrar de inmediato su incapacidad voluntaria de solución de los problemas de educación pública heredados por el criminal Ulises Ruiz todavía impune. Importa también por su perspectiva comunitaria autogestiva lo que ocurre en Cherán sobre todo a raíz de las elecciones del domingo 13 de noviembre.

Desde el 15 de abril el pueblo impide el paso a talamontes y policías que los protegen. Solicitaron apoyo oficial para su justa lucha y sólo recibieron como respuesta un contingente militar que más significa amenaza que solución. Por esto marcharon para reunir al pueblo de los cuatro barrios con las consignas ¡arriba, abajo, partidos al carajo!, ¡Cherán unido avanza sin partidos! Mantas y cartulinas hechas a mano sostienen: “nuestros sueños no caben en las urnas”. El alcalde Roberto Bautista reconocido por el gobierno michoacano no asoma las narices desde abril y el candidato Antonio Thandon Ambrosio del PRD-PRI-PT permaneció en algún lugar lejano a la indignación popular alimentada por los asesinados en la defensa del bosque. Ha descubierto Cherán la autogestión comunitaria y elegirá a sus administradores acudiendo al recurso legal de los usos y costumbres. La periodista Telma Gómez concluye su reportaje con una clara declaración de un comunero: “no es una acción separatista del Estado.

Es un acto de protección, de seguridad porque ningún partido, ninguna autoridad nos protegió. Ahora nosotros nos protegemos”. Ojala los indignados depongan su individualismo personalista y tengan capacidad para hacer crecer sus campamentos a partir de la lección autogestiva que forma parte principal de la mejor tradición anarquista incorporada a la democracia construida desde abajo y a la izquierda como nos ha enseñado el EZLN. Sólo así la huelga de hambre del combativo Edur Velasco rendirá consecuencias libertarias.


Alfonso Cano

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Juan Diego García

Con la caída en combate de Alfonso Cano, máximo dirigente de las FARC-EP no estamos ante el principio del fin de este movimiento guerrillero como sostiene la propaganda oficial ni como piensan aquellos que se aficionan a violentar la realidad amoldándola a sus deseos. Seguramente están mejor encaminados los analistas que sugieren que la insurgencia colombiana está lejos de caracterizarse por prácticas caudillistas (que se diluye cuando desaparece su figura carismática) y responde más bien al tipo de organización con estructuras, programas y bases sociales de apoyo y con la capacidad de asumir golpes (tan fuertes como la muerte de su máximo líder) y mantenerse en el escenario político nacional como una de esas constantes de las que no es posible (ni aconsejable) desentenderse.

En medio de la algarabía de los medios oficiales y sus afines (un espectáculo de tintes grotescos de celebración de la muerte) se destacan algunas opiniones que subrayan las muchas ventajas que traería al país buscar la negociación política del conflicto armado no solo por motivos éticos sino también por razones prácticas.

En efecto, una guerra tan prolongada termina por minar la moral pública y hacer del espectáculo de la muerte el caldo de cultivo de una cultura de la intolerancia y el odio que dificultan enormemente la convivencia normal en una comunidad humana. Basta considerar tan solo a los bandos directamente enfrentados. Se habla de casi veinte mil combatientes directos (entre las FARC y el ELN) alrededor de los cuales viven el conflicto de forma inmediata varios miles de familiares y allegados, sin contar a quienes apoyan o simpatizan abiertamente por los alzados en armas. Por su parte, las fuerzas armadas y demás instituciones aledañas ajustarían más del medio millón de soldados, que a su vez agrupan otros tantos miles de colombianos. Las heridas que deja el conflicto son ya inmensas y aumentarán con su prolongación. En tales condiciones no resulta exagerado pronosticar que se necesitarán al menos dos o tres generaciones para alcanzar una atmósfera social normal en la cual la violencia no sea el factor principal que estructure las relaciones sociales básicas. Sobran entonces razones morales para apostarle cuanto antes a una salida negociada de una guerra que dura ya casi medio siglo.

Pero tampoco faltan las razones de orden práctico si se considera por un momento el altísimo coste en recursos materiales que supone mantener la guerra, un porcentaje de la riqueza nacional que excede al correspondiente de los Estados Unidos (6% contra 2%), una potencia que adelanta varias guerras en el planeta (incluida su directa participación en la de Colombia). Dos grandes motivos (que terminan conjugándose armoniosamente) explican que el conflicto colombiano no se resuelva de forma civilizada y pronta.

El primero es bien sencillo y es el origen de todos los males del país: su elite privilegiada no está dispuesta a ceder ante las demandas de los insurgentes aunque sus reivindicaciones resulten por demás moderadas y perfectamente compatibles con el sistema capitalista: reforma agraria, reforma urbana, modernización del sistema político, fin de la guerra sucia, combate a fondo de la corrupción, solución aceptable del tráfico ilegal de psicotrópicos (un asunto que afecta a una parte no desdeñable del campesinado pobre del país) así como otras medidas de naturaleza social perfectamente asumibles por cualquier democracia. ¿Por qué la clase dominante de este país rechaza de plano un conjunto de propuestas de tan notable moderación viniendo de una guerrilla marxista?. Tampoco existe la disposición sincera de permitir a la guerrilla pasar a la legalidad aún sin obtener la satisfacción de su programa. En efecto, cuando las FARC aceptaron su participación directa en la política mediante un movimiento legal -la Unión Patriótica- como paso previo al fin del conflicto la respuesta del sistema fue una verdadera carnicería humana que arroja hasta hoy (pues el exterminio continúa) más de cinco mil personas asesinadas a manos de militares, policías y bandas paramilitares. Un precedente nefasto que lastra cualquier intento de reiniciar el camino de la paz. Por supuesto, los ejecutores del exterminio no actúan sin el apoyo de las altas esferas, las mismas que se niegan en redondo a emprender reforma alguna. (Colombia es el tercer país más desigual del planeta luego de Haití y Angola, una realidad que se afianza por medio de la violencia y de un sistema político excluyente).

No menor es el rol que juegan en el mantenimiento del conflicto los intereses de los Estados Unidos y sus aliados europeos. Se trata de apoyar un régimen que ofrece enormes facilidades a las corporaciones multinacionales para saquear los recursos naturales del país. Se busca impedir el surgimiento de un gobierno nacionalista y democrático que ponga coto a estos desmanes y se trata igualmente de afianzar la función que Washington designa a Colombia desde hace décadas como una base clave en su estrategia continental. La guerra (primero “contra la droga” y ahora “contra el terriorismo”) sirve de coartada para mantener en este país miles de oficiales gringos y otros tantos de mercenarios (llamados eufemísticamente “contratistas”) así como numerosas bases militares que permiten controlar militarmente todo el continente y llegar hasta la misma costa occidental de África. Por supuesto, todo ello en una connivencia grosera con la elite local. Las conocidas filtraciones de cables oficiales de la embajada en Bogotá, comprueban lo que ya se sabía: no hay límite a la impudicia de una clase dominante que desfila por esa legación diplomática para ofrecerse como lacayos y obtener las limosnas del imperio.

A los Estados Unidos no le conviene en absoluto que Bogotá cambie de opinión y acceda en un momento dado a poner fin al conflicto armado mediante un proceso de paz, en plena coincidencia con la estrategia oficial del gobierno colombiano de no ceder un ápice en las reformas y buscar tan solo el exterminio de la insurgencia.

Si bien la elite colombiana se beneficie del mantenimiento del orden actual y no ve en la guerrilla un peligro inminente, existen otros grupos particulares que obtienen beneficios directos de la confrontación y por ende, hacen todo lo posible por impedir su conclusión. Este es el segundo motivo que explica el mantenimiento de la guerra. Se trata del militarismo y sus apéndices. Es la extrema derecha que agrupa a la alta oficialidad de las fuerzas armadas y un sector importante del empresariado nacional (y como ya se dijo, a no pocas multinacionales que operan en Colombia) compuesto especialmente aunque no de forma exclusiva por ganaderos y terratenientes (muchos de los cuales son grandes capos del narcotráfico y el paramilitarismo) y alrededor de los cuales como base social se agrupan funcionarios y personal de la administración, pequeños comerciantes e industriales y los típicos personajes del fascismo que van desde el tendero de barrio y los empleados fieles del patrón hasta el lumpen y la delincuencia común. A todos ellos la guerra les reporta beneficios directos a los cuales no desean renunciar. Unos obtienen tierras y bienes despojando a los campesinos; otros, gozan de tolerancia y protección para el tráfico de drogas; los empresarios se benefician de la aniquilación del sindicalismo, la alta oficialidad goza de mil privilegios materiales y de una justicia propia que les pone a salvo de responder por sus crímenes y el lumpen se aprovecha para delinquir con amplia impunidad. Para todos ellos la guerra es un gran negocio. Sobre su base social “popular”, como no podía ser de otra manera, caen siempre las migajas.

Se sugiere que estas fuerzas sociales que se benefician directamente del conflicto son las responsables de todos y cada uno de los incidentes que a lo largo de estos años han frustrado cualquier asomo de proceso de paz. ¿Será la muerte de Alfonso Cano una nueva maniobra de los sectores que hoy saludan alborozados su caída?.

Quienes compartimos estudios universitarios con Cano (Guillermo León Sáenz) le recordamos como un estudiante de gran disciplina y seriedad y sobre todo de una dedicación inquebrantable a la causa popular; esa que mantuvo hasta su muerte. Quienes luego tuvieron la oportunidad de tratarlo como un comandante guerrillero en las variadas ocasiones en que se buscó la paz coinciden en reconocer su sincera disposición a terminar civilizadamente el conflicto. Cano forma ya parte de la memoria colectiva y de él persistirán en el recuerdo de las gentes sobre todo sus últimos mensajes, su mano tendida y su compromiso firme de terminar una guerra que ya dura demasiado y cuya prolongación solo obedece a la cerrazón de la burguesía no menos que a los intereses espurios de quienes se benefician de la muerte y la destrucción.

Ojalá su propuesta de paz no caiga en saco roto. Ojalá que mañana, cualquier joven inteligente y con sensibilidad por los problemas de su país como fue Cano no encuentre cerrados todos los caminos y el puño de la represión como única respuesta a sus anhelos. En tales circunstancias la rebelión se justifica y muchas veces entregar la vida es la única salida digna de los consecuentes.

¡Hasta siempre, Guillermo León, que la tierra te sea leve!.


Argentina: Asesinan a Cristian Ferreyra, miembro del Mocase Via Campesina

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En la tarde de hoy, miércoles 16 de noviembre, la comunidad de San Antonio comunicó, que en la casa de la Familia Ferreyra se apersonaron Javier y Arturo Juaréz, sicarios de empresario Ciccioli oriundo de Santa Fé, y dispararon a sangre fria contra dos campesinos, causando la muerte con una escopeta a Cristán Ferreyra de 25 años e hirieron de gravedad a otro compañero, que se encuentra en observación en el hospital de la capital santiagueña y un tercero con golpes graves.

La comunidad de San Antonio,a 60 km de Monte Quemado, miembro de la CCCOPAL MOCASE-Vía Campesina, viene resistiendo al intento de desalojo de empresarios que han contratado matones armados para realizar amedrentamiento en la zona norte de Santiago del Estero.

Los empresarios que intentan acaparar las tierras, Los Julianes, Ciccioli, Ricardo Villa, Saud son venidos de Santa Fe y Tucumán; éstos son los mismos que han diseñado el plan de ataque que vienen sufriendo los campesinos indigenas en los departamentos Copo, Pellegrini y Alberdi desde hace 4 meses de forma sistemática.

Unos ejemplos son la detención arbitraria de Ricardo Cuellar, el atentado a la FM Pajsachama, la quema de ranchos y pertenencias de campesinos de la CCCOPAL.
Esto ocurre con complicidad y alevocía de parte de autoridades provinciales y funcionarios del poder judicial e instituciones como la dirección provincial de bosque, quien AUTORIZO desmonte en un lugar donde viven familias campesinas indigenas de varias generaciones. A todos ellos los hacemos responsables directos del asesinato de Cristian.

Desde éstos territorios campesinos indígenas, se viene denunciando los atropellos, tal es así que el Juez Penal Alejandro Fringes Sarria de Monte Quemado ya tiene varias denuncias y no hizo nada para detener la escalada de violencia que impera en la zona. También el Comité de Crisis supo hacer relevamiento de las situaciones de atropellos. Hasta el momento, sólo la organización de las comunidades ha logrado evitar los desalojos y desmontes de miles de hectáreas.

En varias oportunidades el empresario Cicciola, amenazó publicamente que mataría a un campesino del MOCASE-VC para que dejen de” molestar”.

El asesinato de Crístian Ferreyra no va a quedar impune y con toda la rabia y dolor que sentimos sus compañeros y compañeras, reafirmamos una vez más, que en la defensa de nuestros territorios llegaremos hasta la últimas consecuencias.

Cristian Ferreyra Presente!!!

Ni un metro más, la tierra es nuestra!

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