Ciencia + Conciencia= Evolucion

Por Patrocinio Navarro

Si algo ha sido adulterado a lo largo de los siglos ha sido la realidad en su doble vertiente de ciencia y conciencia. Y en el fondo de toda esa adulteración no ha habido y no hay todavía más que dos clases de manipuladores: Las Iglesias y las multinacionales de los ricos.

Si algo ha sido adulterado a lo largo de los siglos ha sido la realidad en su doble vertiente de ciencia y conciencia. Y en el fondo de toda esa adulteración no ha habido y no hay todavía más que dos clases de manipuladores: Las Iglesias y las multinacionales de los ricos. Ambas tienen intereses comunes y el principal es vivir a costa de la apropiación de recursos naturales y de la mente ignorante del resto de humanos. Así que tanto la ciencia como las religiones practican el ocultismo, y por eso no dicen lo que saben, fingen saber lo que ignoran y obstaculizan lo que conduce a un mundo verdaderamente libre.

Por lo que respecta a la ciencia oficial es notoria la cantidad de investigaciones secretas que no se dan a conocer porque pueden tirar por tierra la buena imagen que se pretende tengamos de los científicos, a los que se quiere hacer aparecer como a una nueva clase de sacerdotes del dios Realidad. Y por lo que respecta a las Iglesias llamadas cristianas, sus enseñanzas muy poco tienen que ver con las de Dios o de un Cristo alejado del adoctrinamiento de las iglesias y de sus dogmas, ritos, cultos, sacramentos y ceremonias que Él jamás enseñó. De sus prácticas tan opuestas al ideal cristiano ¿qué decir que no se haya dicho miles de veces? Sin embargo, por una especie de rutina y fuer de lavado de cerebro colectivo se sigue llamando cristianas a esas religiones externas como la católica o la protestante en todas sus versiones y derivaciones, cuando lo que ofrecen es una mezcla de paganismo, superstición, idololatria, iconolatría, culto a los muertos y magia negra que ocultan tras la aparente respetabilidad doctrinal que les proporcionan tanto sus biblias como otros libros tenido como sagrados. A todo se añaden unas puestas en escena teatrales dignas de la mejor troupe de comediantes. Y todo para medrar y vivir principescamente la casta de sus mandamases situados por encima del bien y el mal, y cuya autoridad es indiscutida por los gobiernos de la Tierra, que se les someten.

Pocas voces, por el contrario, son las que hablan de la religión interna, que lleva a la unión con Dios, con el Tao, con la Totalidad, con la Consciencias Cósmica, o como se quiera llamar, y que quien la practica nada tiene que ver con individuos famélicos en celdas solitarias, que levitan, castigan su cuerpo con ayunos y autoflagelaciones y tienen experiencias mentales sospechosas. El que practica la religión interna es un ser normal que vive y trabaja en el mundo, pero que no se identifica con lo mundano. No aspira al reconocimiento, ni a la riqueza, ni al poder. Actúa con altruismo en el trabajo y en su vida social o familiar en la seguridad de que Dios es vida autoconsciente y amorosa que habita en el corazón de su alma, no un ser ajeno en cielos lejanos e inaccesibles con vocación de juez caprichoso y terrible. En nuestro ámbito occidental existe una visión equivocada sobre el término misticismo. El cristiano místico actual reza de corazón sin sujetarse a fórmulas de Iglesias, autorreconoce sus errores, pide perdón a quien ofende y perdona a sus enemigos, pero procura no tener ninguno. Así que no busca estériles polémicas ni enfrentamientos gratuitos para dar gusto al ego.

El verdadero misticismo, pues, consiste en trabajar interiormente para llegar a ser divinos y alcanzar la unión con la Totalidad, o como quiera ser llamada la Consciencia del Universo, mediante el cumplimiento de las leyes cósmicas. De estas hace tiempo que también comienza a ocuparse con interés la física cuántica, más próxima que las hipócritas Iglesias a la búsqueda de una Totalidad más allá de la materia visible y que niega el valor de la fragmentación, la separación y compartimentación de los conocimientos a la vez que trasciende las trasnochadas concepciones dogmáticas de los teólogos tanto como las de los materialistas clásicos. Sin embargo estas investigaciones y la filosofía que conllevan no han sido aún asimiladas por las generaciones presentes, imbuidas aún en principios de hace dos siglos o dos mil años, que tienden a ocultar dos cosas: el principio de realidad y nuestra verdadera condición de seres libres y trascendentes.