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POR WIRIKUTA

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Alberto Híjar Serrano

El viernes 27 de abril fue presentada en el Centro de las Artes de San Luis Potosí, la carpeta de 30 serigrafías con textos sobre la lucha de Wirikuta para detener la invasión de la empresa minera canadiense. Bien distinta por los daños irreversibles sobre la tierra y las fuentes acuáticas, es esta invasión respecto a la que hizo de San Luis Potosí participante de la Ruta de la Plata virreinal que procreó un cierto esplendor todavía apreciable en las iglesias barrocas que supo identificar el arquitecto Francisco Eduardo de Tresguerras al sustituir algunas fachadas y retablos con obras neoclásicas como señal del racionalismo independentista. La monumental Caja del Agua queda como testimonio de esta lucha por los espacios públicos en una ciudad sede y destino de nutridas peregrinaciones católicas.

San Luis Potosí es victima reciente de la depredación capitalista propiciada por los gobiernos federal y local sometidos a los negocios de las mineras canadienses que desde el norte de México y hasta la Patagonia mapuche, practican la explotación a cielo abierto. Pasó a la historia la minería subterránea con procesos en la superficie. Ahora es más fácil y rápido dinamitar cerros y regar con ácidos sus restos para separar los metales. La lixiviación hace correr por la tierra el viscoso liquido maligno que penetra hasta las corrientes acuáticas para envenenarlas. Opuesta a esta producción, la comunidad del Cerro de San Pedro donde nació y creció San Luis Potosí, ha ganado todos los recursos legales para detener y expulsar a la minera maligna sin que ésta mueva una sola de sus instalaciones protegidas por el gobierno clasista donde los gobernadores no dudan en despreciar el daño irreparable al ambiente. Esto es posible porque el gobierno federal ha entregado en contratos de larga duración por más de 60 años, una cuarta parte de lo que ya nunca fue territorio nacional. Entre la depredación de los consorcios, la corrupción generada por sus sobornos, la incumplida reparación de los daños generados por el regalo de terrenos, agua abundante y electricidad con exención de impuestos, el cerro de San Pedro y la Minera San Javier sintetizan la destrucción del territorio nacional. A la par, la Huasteca Potosina ha sido invadida por Roberto Hernández, figura en la lista Forbes gracias, entre otros fraudes banqueros y financieros, a la transformación de los cascos de las haciendas henequeneras de Yucatán en hoteles boutique para el gozo de europeos adinerados. Ha llevado esta clase de proyectos hasta Nayarit y Xilitla, “pueblo mágico” según afirma la Secretaría de Turismo de San Luis acentuando la maravillosa construcción de Edward James en Las Pozas donde la selva es penetrada por escaleras y espacios sin más función que desatar el placer sorpresivo. Pronto habrá un lujoso hotel en el amenazado pueblo mágico.

La carpeta por Wirikuta es la contribución de un conjunto de organizaciones culturales que han logrado reunir a tres generaciones: la del Taller de Gráfica Popular y de los tiempos iniciales del Instituto Nacional Indigenista con trabajadores comunitarios como Ricardo e Isabel Pozas que hicieron un acta antropológica con la vida del tzotzil Juan Pérez Jolote para insertarlo como un clásico de la literatura testimonial enriquecida con los dibujos de Alberto Beltrán. A la par, Rosario Castellanos organizó el Teatro Petul y escribió Balun Canan mientras Rulfo tomaba nota y fotografiaba con su silencio característico acompañante del trabajo gráfico de Andrea Gómez y Adolfo Mexiac quien ahora contribuye a la causa justa de Wirikuta con una bella estampa colorida y dinámica de la cabeza de un águila en ataque frontal. Otra generación es la de la Convención Metropolitana de Artistas que acompañara al EZLN y que ahora pretende revivir apoyada en lo que queda de la Peña Morelos de Tepito y la Escuela de Cultura Popular “Mártires del 68” que desde 1988 es un activo taller de producción gráfica para las luchas populares, tanto como el Taller José Martí de Ciudad Nezahualcóyotl. Gandhi Noyola estuvo tomando fotos al lado de otro compañero de SublevArte, el colectivo de jóvenes con inclinaciones anarquistas contra el Estado y los partidos políticos. En la presentación conducida por el activista y excelente grabador Leopoldo Morales Praxedis, participamos tres de los escritores de la carpeta: el antropólogo del Colegio de San Luis, Mauricio Guzmán, el artista potosino Bernardo Calderón y Alberto Híjar quien tituló su intervención “Tierra-territorio-terruño” como recordatorio de Andrés Aubry, el sabio que trabajó San Cristóbal de las Casas y sus alrededores de manera plena, desde el estudio del barroco arquitectónico hasta la organización comunitaria que da sentido nacional al territorio al hacerlo centro vital de la tierra y por lo tanto, entrañable y personal terruño. Rosaria puso su puesto de chaquira bordada y el grupo musical, también con atavíos indígenas, “Nueva Intención Huichola” tocó y cantó tiernas canciones amorosas acompañadas por dos guitarras, el contrabajo y el violín con las voces mesuradas de los tres jóvenes ejecutantes y su pariente mayor. Fernando Betancourt, Director de Proyectos Especiales rifó una serigrafía de Jorge Alderete y llamó a una colecta entre los asistentes para la promoción de la carpeta Wirikuta herido lugar sagrado y la remuneración de los músicos.

Ahora falta vender las 50 carpetas de a quincemil pesos cada una para contribuir a la lucha que sin duda será larga pero cuenta con el aliento indirecto del gobierno de Ecuador que ha suspendido los planes de explotación petrolera de un millón de hectáreas en Yasuní para proteger a los grupos tagaeri y taromenani que se niegan a salir de la Amazonia. El mismo viernes hubo un encuentro para la defensa y conservación de Los Chimalapas y del pueblo Zoque an`pon y dio comienzo el encuentro anticapitalista en Cherán donde el gobierno de Michoacán protege a los criminales asesinos de guardias comunitarios. Llegan los clamores de La Garrucha, el caracol de caracoles zapatistas, atacado por las organizaciones priístas de Chiapas que roban toneladas de café y maíz, destruyen cercas del ganado, talan los bosques y disponen del agua. Con los indígenas bolivianos en desacuerdo con la carretera planeada por el gobierno de Evo Morales y Álvaro García que alegan la urgencia de comunicar y de detener el devastador cultivo de la soya en la frontera de Bolivia y Brasil, está la justa resistencia de coras y huicholes por Wirikuta tatei yurenaika, la Madre Tierra.

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