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EL ELOGIO DE CALDERÓN

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Alberto Híjar Serrano

Político de principios firmes cimentados en su fe religiosa y en sus intereses económico-políticos, Felipe Calderón termina su sexenio elogiado por los más influyentes en la contención de los movimientos contestatarios de las multitudes y de las medidas de reapropiación de los bienes estatales saqueados por consorcios transnacionales.

La Unión Europea elogia al valiente Calderón y no faltan en el homenaje Obama y la Clinton. Rajoy, por supuesto, no duda en exaltarlo y en correspondencia, Calderón lo proclama como el mejor embajador de los países de habla hispana. Menos mal que en México el habla hispana ha sido sustituida de tiempo atrás por el habla yucateca, norteña, costeña, chilanga y demás modalidades lingüísticas de apropiación del habla del invasor.

Calderón se está ganando a pulso un cargo transnacional del tamaño del que no pudo construirse Luis Echeverria y su tercermundismo. Tampoco aspira a incorporarse a los consejos de los consorcios que ha beneficiado como ocurre con Zedillo, el ratonero avecindado en Estados Unidos para evitar las molestias del repudio popular aunque se encargó de despreciar esto cuando fue conferenciante en el Foro de Davos para alentar a los capos de la economía globalizada a no hacer caso de las diatribas a cambio de mantenerse en rumbo de los intereses financieros, comerciales y extractivos de los consorcios. Menos procura Calderón una justificación como la de Salinas en su tercer informe de gobierno al despreciar la soberanía nacional por improcedente en la globalización aunque procuró la defensa del Estado administrador con el liberalismo social distinto al neoliberalismo. Nada de justificaciones, Calderón es retador y no dudó, por ejemplo, en hacer pareja política con Álvaro Uribe cuando dejó la presidencia de Colombia en medio de escándalos parlamentarios y judiciales por las tropelías de sus funcionarios, incluyendo a su Ministro de Defensa hoy presidente de esa República, involucrados en las masacres de campesinos, las organizaciones paramilitares, el tráfico de drogas y armas y la apertura de nuevas bases militares yanquis. Calderón no movió un dedo por la masacre de los estudiantes mexicanos en Sucumbíos y la persecución transnacional contra la aún oculta Lucia Morett por la gran culpa de ser testigo sobreviviente del bombardeo desde la base yanqui de Manta, la invasión militar del territorio ecuatoriano y las ejecuciones sumarias a cargo del ejército colombiano. Más Colombia en México y más México en Colombia proclamaron Calderón y Uribe en una Feria del Libro en Bogotá. De aquí el impulso a la militarización continental articulando el Plan Colombia con la Iniciativa Mérida. El ejercito de ocupación que enorgullece a Calderón hasta la proclama de la inminente victoria de México en la guerra que diario cobra victimas inocentes, puede llevarlo a la jefatura de la organización continental contra el crimen organizado.

La militarización con mando yanqui es un gran negocio garantizado con alzas de salario y prestaciones impensables para los trabajadores. Es la garantía de contención de los movimientos populares con el cuento de la seguridad nacional, la de Estados Unidos con bases militares en todo el mundo y la de México reventada por una estrategia de ocupación del ejército y la armada en su propio país. Estado policiaco lo llaman los estudiosos, Estado canalla lo llama Chomsky al acentuar la impunidad que cobra victimas inocentes a diario, atesta las cárceles donde los motines disminuyen la población y sirven de escarmiento y garantiza la operación eficiente de las mafias con nombramientos de sicarios oficiales. La garantía de secreto bancario y bursátil para el narcocapital explica la desigualdad social extrema que hace de México el país con más representantes multimillonarios de explicable enriquecimiento en la lista Forbes.

El escándalo contenido del saqueo de la Comisión Federal de Electricidad, de las comunicaciones en beneficio de los monopolios, es práctica cotidiana tolerada por el gobierno. Nadie como Calderón contra los trabajadores y por la entrega de territorio, agua y electricidad gratuitas a los grandes consorcios. Una cuarta parte del territorio nacional ha sido concesionado a las mineras sobretodo canadienses con los conocidos efectos devastadores. El proyecto postrero de reforma del Artículo 123 y de la Ley Federal del Trabajo es mero afán legaloide porque ya no hay contrato colectivo que valga ante las imposiciones del Banco Mundial, el FMI y la OMC. La destrucción del SME es la gran lección laboral de Calderón para dar a entender a lo que se exponen los contestatarios. A cambio, se premia con impunidad el saqueo de las cuotas de los trabajadores ferrocarrileros por Romero Deschamps con aquel millar de millones para la campaña presidencial de Francisco Labastida, ¡presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Senadores! El caso Gordillo es extremo, el de los mineros se mantiene en los límites del pleito legal alargado y amenazante, el de los lamentables sindicatos universitarios reduce a demagogia los pronunciamientos por más presupuesto del Rector de la UNAM reelecto por un sistema de gobierno virreinal con todo y Junta de Gobierno de sicarios de los consorcios, los partidos y las mafias de profesionales.

Las masacres son semanales o diarias y Calderón desprecia a Amnistía Internacional al negarle entrevista y hacer caso omiso de las tibias recomendaciones no sólo de las Comisiones de Derechos Humanos de México sino también de la Interamericana. Lo poco que concede es mediatizado como el Museo de los Desaparecidos Políticos en el edificio recién entregado al Comité Eureka por el Gobierno del D.F. en la misma calle de Regina donde serán instalados los monumentos al Chapulín Colorado, el Chavo del 8 y algún otro personaje de la serie. Una gran Disneylandia arrasa zonas arqueológicas, monumentos patrimoniales, playas, bosques, desvía ríos e inunda pueblos con las presas, nada de lo cual evita hacer cumbres ecológicas como la de Cancún y ser reconocido y celebrado mientras cunden las protestas de los pueblos indígenas.

Calderón es el primer presidente postrevolucionario que comulga en público y se postra ante el Papa al que acompañó todo el tiempo en su visita reciente. La Escuela Libre de Derecho nacida y crecida como formadora de cuadros de protección de los ricos y la educación confesional, es ahora con el ITAM, el TEC y otras exitosas empresas educativas, las generadoras de funcionarios. Murió el más cercano a Calderón quien encabezó el funeral de Estado para Mouriño, el operador contratista de los grandes negocios con los consorcios en España a quien puso al mando de la política nacional. Los registros filmados de actos como ése de la guanga chaqueta y la gorra militar que lució al lado del Secretario de la Defensa mientras su pobre hijo disfrazado con verde olivo acompañaba a la Primera Dama, los gestos furiosos, las bromas hirientes por estúpidas como el “haiga sido como haiga sido” referente a su acceso a la presidencia, el servilismo ante los sátrapas, los discursos de elogio a los consorcios y de reprobación al gobierno de Argentina por la expropiación de la empresa que saqueó y eludió pagos y servicios, hacen de Calderón un elogiado representante de la ignominia neoliberal.

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