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Cuba: La disidencia contra la Iglesia y la visita del Papa

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Por Pedro Hernández Soto

La primera operación -en grande- de la disidencia cubana contra la Revolución y la Iglesia Católica cubana, se efectuó el pasado martes 13 de febrero, cuando varios grupos de personas, en diferentes parroquias del país, intentaron hacer llegar un mensaje -una serie de supuestas demandas sociales- para Su Santidad Benedicto XVI, tomaron templos y, en uno de los casos, se negaron a abandonarla.

El caso más serio se produjo en la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Caridad, en La Habana, cuando los disidentes permanecieron allí más de 48 horas, hasta ser desalojados por fuerzas policíacas, actuando en respuesta una petición expresa del Cardenal Jaime Ortega Alamino.

Según Orlando Márquez Hidalgo, de la Oficina de Prensa del Arzobispado de La Habana, “… la acción de poner fin a la ocupación se inició a las 9:00 p.m. hora local, duró menos de diez minutos. Los trece ocupantes fueron invitados a salir del templo y no ofrecieron resistencia. Los agentes que ejecutaron la operación habían asegurado a la Iglesia que no portarían armas, que trasladarían inicialmente a las trece personas a una unidad policial y que después los llevarían a sus casas. Igualmente aseguraron que no serían procesados por este hecho”.

A este fracasado intento sedicioso –de seguro planeado, organizado y subvencionado por la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba- se ha sumado de inmediato la fuerte red mediática enemiga. Despachos de agencias de prensa, periódicos, emisoras de radio o televisión han difundido supuestos maltratos a personas longevas y aprovechado el incidente para tratar de levantar determinadas figuras de la disidencia, la mayoría sin implicaciones en este hecho, a la vez que volver al ataque contra mandatarios de la Iglesia Católica nacional, que se esfuerzan por ampliar y fortalecer con el gobierno cubano un diálogo fructífero.

La twittera millonaria, para no sufrir menoscabo de su “liderazgo”, en un principio denunció los hechos y al final –para no desmarcarse del todo o quizá siguiendo órdenes de última hora de sus amos- condenó la “brutalidad policíaca” y la posición del Cardenal Ortega.

Por supuesto, también se sumaron los de siempre. El Nuevo Herald puso en su primera plana: “Desalojan a 13 disidentes que ocuparon una iglesia en La Habana”; con el sumario siguiente: “El operativo para poner fin a la ocupación del Santuario Diocesano y Basílica Menor de la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad fue solicitado expresamente por el cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana”. Como se puede apreciar la información a todas luces es incompleta a propósito, todo es mal intencionado. ¡Para qué contarles de su contenido interior!.

Tras este botón de muestra quiero recordarles que sobre el tema escribí el pasado 29 de febrero, en este mismo blog, un post titulado La visita del Papa, la fe y la disidencia cubana. Allí ofrecí un detallado informe –hasta aquel momento- de las posiciones y acciones de las principales facciones de la contrarrevolución dentro y fuera del país, y los movimientos que hacían para sabotear las relaciones Estado-Iglesia, demeritar a la Revolución así como al Cardenal y algunos de sus más cercanos colaboradores.

Otros facinerosos de Internet hablaron del uso de “fuerzas antimotines”, “amplios despliegues policiales”, “golpeaduras a los disidentes” y “tomadura de muestras de huellas digitales, pelos y orina”. ¡Señores, por favor!

Tal cual dice el comunicado de la Archidiócesis de La Habana: “Se trata de una estrategia preparada y coordinada por grupos en varias regiones del país. No es un hecho fortuito, sino bien pensado y al parecer con el propósito de crear situaciones críticas a medida que se acerca la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba. Hemos recibido comunicación de que otros grupos y personas disidentes fueron convocados a ocupar templos en otras diócesis pero se negaron a hacerlo por considerarlo una actitud irrespetuosa hacia la Iglesia”.

No obstante las presiones aumentan. Unos setecientos opositores firmaron una carta pública en la que llaman a Benedicto XVI a reconsiderar su visita a Cuba. A mediados de febrero otro personaje, tambor mayor de una llamada organización de Derechos Humanos, Fundación Lawton (que casi nadie conoce), declaró contra Cuba ante el Subcomité de África, Salud General y Derechos Humanos del Comité de Relaciones Exteriores, cuya presidenta es Ileana Ros-Lehtinen.

Las Damas de Blanco, por su parte, han pedido con impertinencia al Arzobispado de La Habana hagan llegar un mensaje a Bernedicto XVI, acompañado de una solicitud para que las reciba durante su estancia en Cuba.

¿Puede imaginarse usted estimado lector cuántas parroquias, congregaciones, asociaciones fraternales, comunidades de creyentes, hermandades, cofradías, cabildos, diócesis, institutos seculares y muchas más instituciones de fe quisieran reunirse con su Santidad Benedicto XVI para plantearle asuntos importantes, de sus vidas, creencias y prácticas religiosas?

Claro que usted no puede calcularlo. Pero de lo que sí usted estará seguro, es que cualquiera de ellas supera en cantidad de miembros y en calidades de propósitos a las Damas de Blanco.

Tomado de Café Mezclado, El blog de Pedro Hernández Soto

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