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De cómo las abejas ejercen la democracia.

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Por Fernando Reinach. (*)
San Pablo. Brasil.

A pesar de tener una reina, las abejas toman decisiones mediante un proceso democrático que incluye la formación de opiniones individuales y la construcción del consenso colectivo. Acaba de ser descubierto un nuevo mecanismo que configura ese proceso. Un sofisticado proceso de inhibición es capaz de transformar a los que propusieron la iniciativa perdedora en defensores de la propuesta triunfadora. Ese mecanismo le permite a la colmena obrar unida luego de concluida la elección.

Es bien conocido el proceso de formación de una nueva colmena. Una joven reina y un grupo de obreras salen de la colmena original y se agrupan en algún lugar próximo. La primera tarea es decidir adonde van a construir la nueva colmena. Se trata de una decisión importante, la elección de un lugar inadecuado puede conducir a la extinción de la colmena.

En una primera etapa el grupo envía a las obreras más experimentadas a sondear los alrededores. Cada una de ellas elige el lugar que le parece mejor y defiende su elección. Esa elección se manifiesta mediante una especie de danza. La danza está integrada por dos partes: la primera consiste en caminar contoneándose en línea recta y la segunda en una curva sin contoneo mediante la cual la abeja vuelve adonde inicio su contoneo.

La parte del recorrido en el que la abeja camina contoneándose indica la distancia hasta el lugar propuesto: el ángulo de la curva indica la dirección en que las abejas tienen que volar para llegar al lugar. La cantidad de veces que repite la danza indica la evaluación que hace del lugar. Normalmente, varias abejas visitan el sitio y le hacen propaganda ante sus colegas. Los diferentes partidos políticos (cada uno defendiendo su lugar) bailan hasta convencer a la mayoría. Cuando se llega a la mayoría termina la elección y todas las abejas, incluida la reina, se dirigen al lugar elegido y comienzan a construir la nueva colmena.

Cuando los científicos estudiaron la forma en que las abejas analizan las diferentes propuestas y toman la decisión (recuento de votos y proclamación de la propuesta triunfante), observaron que durante la danza ocurría algo extraño. Mientras una abeja danzaba, unas cuantas le daban cabezazos a la bailarina y según el número de cabezazos, aquella parecía decidir si continuar danzando o no. Entonces se preguntaron cuales eran las abejas que daban los cabezazos.

Para identificarlas, soltaron grupos de abejas que buscaban un lugar en una isla desierta sin lugares adecuados. En esa isla colocaron dos cajas de madera aptas para la formación de una nueva colmena. Pero esas cajas contenían pequeñas cantidades de tinta: de modo que las obreras que visitaban las cajas quedaban manchadas de amarillo (caja 1) o de rosa (caja 2). De este modo los investigadores pudieron filmar las danzas de las operarias e identificar a las que proponían la caja 1 o la caja 2 y contar los votos.
La observación más interesante fue la de la identificación de las abejas que daban los cabezazos. Si una abeja “amarilla” danzaba, las cabezazos inhibitorios eran de las “rosa” y viceversa . Quedó también demostrado que la cantidad de cabezazos inhibía la continuación de la danza y por lo tanto el poder de convencimiento de las abejas.
Como las abejas que tienen la mayoría tienen más posibilidades de bailar sin aguantar cabezazos y al mismo tiempo tienen más posibilidades de dar cabezazos a las defensoras de la propuesta adversaria, constituye un mecanismo que lleva más rápidamente al consenso.

Los científicos elaboraron modelos matemáticos que simulaban esos mecanismos de inhibición y confirmaron que la presencia de un mecanismo de inhibición conduce a una más rápida decisión, convirtiendo a las perdedoras en adeptas a la propuesta vencedora y garantizando que las abejas permanezcan alineadas con la propuesta vencedora, y que junten fuerzas para construir la colmena en el lugar elegido.

En las democracias humanas no existe un modelo similar. Y aún después de que se conoce la voluntad de la mayoría resulta normal que los perdedores saboteen esa la voluntad. Es cierto que muchas veces escuchamos discursos en los que el candidato derrotado expresa que “ terminada la contienda vamos a trabajar juntos por la propuesta triunfante” pero la mayoría de las veces no pasa de pura retórica.

Es interesante observar como las abejas, a pesar de su minúsculo cerebro y mediante comportamientos relativamente simples, instrumentan un eficiente proceso democrático que produce una decisión rápida y eficaz de la voluntad de la mayoría.. Es evidente que el ego de los políticos humanos es uno de los componentes que perjudican a los procesos democráticos. Las abejas, por lo menos que se sepa, no poseen un ego o un orgullo exacerbado ni pecan de falta de humildad.+ (PE)

(*) Biólogo del Estado de San Pablo.Brasil.
Traducción Susana Merino

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