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Gaza y Guernica en el corazón:

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Como ayer al nazi-fascismo, hoy debemos y podemos sepultar al sionismo

Por David Morera Herrera*

Gaza hoy se desangra por la despiadada ofensiva militar de Israel, con el silencio e indiferencia de la mal llamada “comunidad internacional” de naciones y su adefesio llamado ONU, o mejor dicho, se desangra con su abierta complicidad, salvo algunas contadas y tímidas excepciones.

Guernica es un pueblo de Euzkadi, en el norte del Estado español. El 26 de abril de 1937, en el marco de la Guerra Civil española, fue objeto de un bombardeo indiscriminado contra su población, perpetrado conjuntamente por las aeronaves de élite de la Legión Cóndor nazi de Hitler, y la aviación de la Italia fascista de Mussolini, al servicio del ejército sedicioso del general Franco que asediaba a la República Española. Las estimaciones actuales cifran 300 muertos como resultado del bombardeo. El horror que despertó este suceso, es un prólogo de la bestialidad que luego exhibirá el nazi-fascismo en la carnicería humana que llamamos Segunda Guerra Mundial. Este horror y esa tragedia fueron inmortalizados por el gran pintor Pablo Picasso en su más célebre pintura titulada –justamente- Guernica.

Gaza y Guernica no solo comparten la letra inicial de su nombre. Comparten la evidencia del mismo método de exterminio que se ensayó en Guernica ayer, en los albores de una colosal conflagración mundial, y que hoy el ejército de Israel perpetra impunemente, minuto a minuto, en Gaza.

El estado de Israel es fascista y racista por naturaleza.

La limpieza étnica, a sangre y fuego, contra el pueblo de Palestina, sistemáticamente desplazado, con tanques, bombardeos y bulldozers, no es un hecho nuevo. Empezó desde la Declaración Balfour de 1917, en la que el imperio británico, a fin de dividir y debilitar las luchas anticolonialistas, “concedió” al movimiento sionista, en el territorio de Palestina, la creación de un Estado confesional judío. Esta ocupación se hace con la cobertura de una ideología teocrática promovida por Theodor Herz, un burgués judío que sentó las bases del sionismo, movimiento político-religioso que proclamaba a los judíos como el pueblo elegido por Dios y único heredero de la “tierra prometida”, es decir de Palestina. La colonización de Palestina por el sionismo, siempre apoyada por el imperialismo mundial, empezó con bandas armadas como el Irgún y Haganah. Luego vino la partición de Palestina impuesta por la ONU en 1948, que se conoce como el holocausto palestino (la Nakba), luego la guerra de los seis días de 1967, mediante la cual se expandieron aún más las fronteras de Israel, arrebatando territorios como la Península de Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén este y los altos del Golán. Posteriormente la masacre de los campos de refugiados en Sabra y Chatilla en 1982 y la invasión al Líbano. Como antecedente inmediato estuvo en el 2008 la operación sionista, precisamente contra Gaza, llamada Hierro Fundido.

Por eso no es de extrañar que Menahem Begin, el artífice de las masacres en Sabra y Chatilla, ex primer ministro de Israel de 1977 a 1983 y–vergonzosamente- premio nobel de la Paz, exclamara en uno de sus discursos en el parlamento de Israel, apropósito de la invasión sionista de 1982 a los campos de refugiados palestinos en el Líbano: “(…) Nuestra raza es una raza de amos. Nosotros somos dioses sobre este planeta. Somos tan diferentes de las razas inferiores como ellos lo son de los insectos. De hecho, comparados con nuestra raza, las otras razas son bestias y animales, como mucho, son ganado. Nuestro destino es gobernar sobre las razas inferiores. Nuestro reino terrenal será gobernado con vara de hierro por nuestro líder. Las masas lamerán nuestros pies y nos servirán como nuestros esclavos”.

Recientemente, la diputada de Israel Ayelet Shaked, ha alentado el asesinato de todas las madres palestinas por dar a luz a “pequeñas serpientes”, según hizo saber hace dos semanas en su cuenta de Facebook.”Tienen que morir y sus casas tienen que ser demolidas. Son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto se aplica igual a las madres de los terroristas fallecidos”, afirmó la diputada.

De manera que el Estado sionista es un estado con una ideología racista, al servicio de su política expansionista insaciable, que se corrobora desde su constitución. Israel es un enclave en tierra palestina que continuamente se expande, mediante incursiones militares periódicas y colonias ilegales, desplazando, mediante el terror, a la población árabe, de la misma forma que hicieron los nazis y distintos movimientos antisemitas, mediante los progromos y razzias, contra las y los judíos en Europa central y Rusia en el siglo XX.

Como resultado de ese largo proceso de hostigamiento y masacres recurrentes, hoy se hacinan 1.5 millones de palestinas y palestinos en una especie de campo de concentración o guetto, rodeado de muros, alambradas y retenes militares, en una pequeña franja colindante hacia el oeste con el mar Mediterráneo, de apenas 360 kilómetros cuadrados, que se llama Gaza.

El genocidio hoy en marcha

Se trata de una confrontación con una absoluta desproporción militar, por un lado, entre el sofisticado y poderoso ejército de Israel, armado y financiado hasta los dientes por el imperialismo norteamericano y la OTAN, y por otro lado, el heroico pueblo pobre de Gaza que resiste metro a metro la ofensiva despiadada de Israel, con piedras, con pocas armas y municiones, sin aviación, ni escudo antiaéreo, sin suministro de agua potable, con sus hospitales abarrotados y bombardeados, sus casas demolidas, con cortes de energía continuos y con la frontera de Egipto cerrada por el régimen militar colaboracionista proyanki, sometido además a un inclemente y largo bloqueo comercial.

Al momento de escribir estas líneas, desde que empezaron los ataques aéreos de Israel el 1 de julio, se contabilizan más de 550 muertos del lado palestino, de los cuales 121 son menores de edad, 84 niños y 37 niñas, que oscilan entre los cinco meses y los 17 años, según los datos de UNICEF en Ginebra. A la cifra de fallecidos hay que añadir más de 3.000 heridos palestinos, Asimismo se contabilizan en 135.000 el número de desplazados totales desde el inicio de la ofensiva.

Por otra parte, el Ejército sionista ha confirmado 25 bajas mortales. Como indica el diario El País: “Es una cifra considerable para las Fuerzas Armadas de Israel, acostumbradas a avanzar con gran cautela y protegidos por su abrumadora superioridad militar. Los palestinos no tienen Armada, aviación ni vehículos blindados. Cuatro de los soldados cayeron este lunes en el asalto desde la retaguardia de un grupo de milicianos de Hamás provistos de uniformes israelíes”. (El País, 22 de julio 2014).

De estos hechos, podemos destacar dos conclusiones. Primero: pese al genocidio y su enorme inferioridad en el plano militar y logístico, la resistencia palestina combate con fiereza y heroísmo. Segundo: No es lo mismo para el sionismo protegerse con su ultramoderno escudo antiaéreo, atacar por aire a la población civil de Gaza con drones y racimos de bombas a granel, que el combate terrestre que inicia recién el 17 de julio, que es y será cuerpo a cuerpo, calle por calle, escenario en el que ni todo el poder de fuego de la potencia militar de Israel, podrá evitar un incremento progresivo de los soldados sionistas caídos en combate.

Es posible una Palestina libre, laica, democrática y no racista

Las y los trotskistas del PRT rechazamos todo racismo y xenofobia, por lo tanto repudiamos el antisemitismo de nazis y neonazis o fundamentalistas islámicos, así como condenamos enérgicamente al movimiento sionista que es visceralmente antiárabe y supremacista.

El sionismo justifica sus atrocidades con el argumento de que Hamás no reconoce al Estado de Israel y proclama el objetivo de su destrucción. Hamás, que gobierna Gaza, por su parte, se niega a un cese al fuego, a menos que se garanticen condiciones mínimas de existencia digna para la población de Gaza,tal como el cese al bloqueo y la apertura de la frontera con Egipto. Creemos correctas esas condiciones mínimas, porque sino la tregua o el cese al fuego será muy efímero, como lo demuestra el hecho de que apenas en el 2008 ocurrió la embestida precedente de Israel contra Gaza.

De nuestra parte, pensamos que la solución definitiva de este largo y sangriento conflicto es reconstituir en todo el territorio en disputa una Palestina laica, democrática, no racista, en la que puedan convivir con igualdad de derechos civiles, políticos y sociales, musulmanes, judíos, cristianos, ateos y cualquier otro de sus habitantes, independientemente de su credo, filiación política, cultura y cualquier criterio racial. A fin de cuentas, para nosotras y nosotros la única raza que existe es la raza humana.

¿Será posible concretar esa consigna algún día? Muchos responden con escepticismo.

Pero hay que resaltar que el movimiento de los pueblos del mundo contra la masacre en Gaza se fortalece día a día, incluso en el corazón mismo de Israel, con el aumento de los objetores de consciencia que se niegan a servir en el Ejercito sionista y las marchas pacifistas en Haifa y en las antiguas fronteras, que datan de la partición de Palestina impuesta por la ONU en el 48. Cisjordania está en ebullición, así como los países árabes, desde Turquía y la península arábiga, hasta el Magreb. Las movilizaciones en Estados Unidos son masivas en Nueva York y en Chicago, recordando la magnitud del vasto movimiento contra la guerra de EEUU contra Irak. En Londres, Madrid, Roma, Estocolmo, Berlín, las movilizaciones son también multitudinarias. En París el 20 y 21 de julio se armaron barricadas y enfrentamientos con la policía, contra el gobierno, diz que “socialista”, de Hollande que ha prohibido manifestarse en apoyo a Palestina. En Cachemira, la India, a pesar de la represión del gobierno que ha cobrado ya una víctima mortal entre las y los manifestantes, no cesan las acciones solidarias con Gaza. Vale decir además, que en cuanto al apoyo militar ya hay importantes contingentes de Hizbollah, procedentes del Líbano, que acuden en respaldo combatiente a la resistencia palestina

Por lo tanto, podemos soñar y bregar, para que -a la larga- la ofensiva en Gaza sea el inicio del fin del sionismo. ¿Porqué no? Cada vez más los pueblos del mundo abren los ojos, y se desnuda la manipulación y las mentiras monstruosas del sionismo,expresadas por las cadenas televisivas norteamericanas como CNN y FOX, pintando a Israel como una “democracia” y a los pueblo árabes en sus conjunto y su resistencia, como “terroristas”.

Además, en términos de la experiencia histórica, tenemos razones de sobra para ser optimistas con respecto al anhelo de sepultar al sionismo genocida. La humanidad derrotó la carnicería nazifacista en la segunda guerra mundial, cuyas hordas empezaron a recular -a sangre y fuego- desde la batalla de Stalingrado, bajo los embates del Ejército Rojo y con la ayuda de la resistencia popular guerrillera en toda Europa. La humanidad sepultó al odioso apartheid sudafricano, con la heroica resistencia negra panafricana y la solidaridad de los pueblos del mundo. En 1975 el pequeño pueblo de Viet Nam derrotó a los EEUU, la potencia militar más grande de la historia.

Hoy, la humanidad, en las calles de todos los países, movilizándose activamente y boicoteando al capital y al cartel yanki-sionista de Wall Street, puede en esta ocasión, también, marcar la diferencia, a condición de que derrotemos, entre todas y todos, la indiferencia. Esa fuerza global de los pueblos del planeta, más la heroica resistencia palestina en Gaza, Cisjordania, Jerusalén, Haifa, Tel Aviv, Líbano, Jordania, Egipto, Siria, puede y debe también empezar a enterrar para siempre al sionismo genocida. Que resuene en todo el mundo el clamor: ¡Boicot a Israel! ¡Exijamos a todos los gobiernos la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel! ¡Juicio y castigo a los genocidas sionistas! ¡Que se persiga a Netanyahu y Simon Perez como criminales de lesa humanidad! ¡Viva la autodefensa palestina! ¡Gaza somos todas y todos!

San José, Costa Rica 22 de julio 2014

* Presidente del Partido Revolucionario de las Trabajadoras y los Trabajadores de Costa Rica

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