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Ecuador: La inviabilidad de la plurinacionalidad en el Estado burgués

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Por Pablo Arciniegas Avila

Ecuador es un país donde el coloniaje, entendido como la existencia de relaciones coloniales en el seno de la sociedad, es parte constitutiva de la realidad. Es por eso que una situación de plurinacionalidad no es posible dentro del Estado burgués…

Para nuestra “democracia” siguen siendo letra muerta las rimbombantes leyes constitucionales que reconocen al Ecuador como un Estado Plurinacional. Cada vez quedan más colgadas en el limbo las legislaciones que reconocen como parte constitutiva del Estado a las nacionalidades indígenas.

Para cualquier extranjero una simple visita al Ecuador puede dejar clara la percepción de que los grupos sociales campesinos e indígenas están fuera del desarrollo de una modernización que los ha condenado a pobreza material y cultural, manifiesta en relaciones asimétricas pautadas desde el poder.

Históricamente estas relaciones se establecieron desde tiempos de la colonización, proceso fundamentado desde la idea de superioridad racial de los europeos, que quedaría como un patrón inamovible hasta tiempos actuales, en los que la sociedad ecuatoriana se mira así misma como expresión mestiza, que busca siempre el blanqueamiento de su imagen como sociedad.

Es desde esta visión que el Estado genera políticas y legislaciones, parecería existir una contradicción, pero si analizamos bien la realidad podemos encontrar que toda acción, declaración, política pública, o ley constitucional, deriva en un mea culpa, en un intento desesperado de catarasis social frente a la constatación de una deuda histórica de justicia con los pueblos indígenas; concretamente, en los hechos, no queda sino políticas que fomentan el asimilacionismo de los pueblos indígenas hacia una propuesta homogenizante blanco-mestiza detentora del poder.

En este contexto las declaraciones oficiales sobre pluriculturalidad, plurinacionalidad, quedan en eso, declaraciones. En el campo real de los hechos, el Estado continúa una lejana práctica colonial de mantener a los pueblos indígenas en la línea que divide la sociedad entre “nosotros” y los “otros”; los “otros” convidados, si lo quieren o no, a hacer parte de un país cosntruído sobre la base de la explotación de su trabajo, de la folclorización de sus practicas culturales.

Entonces, la historia parece enseñar que dentro de un Estado de carácter burgués, como el caso del ecuatoriano, no es posible la viabilidad de una situación de plurinacionalidad; por lo anteriormente señalado, y refuerzan esta afirmación las últimas acciones del gobierno que ha amenazado, perseguido, condenado, encarcelado, a las organizaciones y líderes indígenas que se han opuesto a la explotación irracional de recursos naturales; refuerza también esta afirmación el mantenimiento de la injusta repartición de la tierra, la inexistencia de una verdadera reforma agraria que devuelva la tierra a las comunidades y que permita la valorización real del trabajo agrícola.

En estos días está a punto de concretarse la nueva ley de aguas, sobre la cual la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE, ha opuesto sus criterios en contra, criterios que ni siquiera han sido considerados por la Asamblea Nacional,. al contrario el gobierno parece prepararse para impedir o reprimir una marcha nacional de los movimientos sociales, entre ellos la CONAIE, que intenta poner en el debate nacional la mentada ley de aguas, a la que denuncian como un intento, desde el poder, de centralizar los derechos sobre el líquido vital.

Ecuador es un país donde el coloniaje, entendido como la existencia de relaciones coloniales en el seno de la sociedad, es parte constitutiva de la realidad. Es por eso que una situación de plurinacionalidad no es posible dentro del Estado burgués, al parecer el camino de la negociación no es ya válido, las organizaciones indígenas y populares deberían pensar en la necesidad de la refundación de la democracia para dar cauce a nuevas interacciones sociales de respeto y complementaridad cultural entre pueblos.

Será necesario por la fuerza destronar la institucionalidad del Estado burgués, para la construcción de nueva y real democracia pluricultural, plurinacional.

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