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Cuando al final de un año

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(El Buen Fin)

Nino Gallegos

Cuando al final de un año se reflexionan el pasado y el presente en las sobremesas decembrinas de la incertidumbre, las luces de las velas y las sombras de los comensales empiezan a parpadear en la convivencia de lo in-evitable, el corazón se ensancha y la memoria se alarga en un abrazadero de besos y en un vertedero de lágrimas, el de-venir se acomoda a lo posible: estamos, desaparecemos y re-aparecemos en el acto de nuestros pensamientos, palabras y hechos.

Así, cumpliendo una vez más un año más, sacamos cuentas de lo ganado y lo perdido como empresarios domésticos del éxito y de la bancarrota, viendo a ras de las sobremesas decembrinas los frutos obtenidos y corrompidos de nuestras individuales ganancias cínicas y egoístas en relación al país de y en sombras en que vivimos.

Todos nos transformamos en un todo de indiferentes e indolentes sociales, deseando y queriendo salvaguardar un status quo del tamaño del Presidente y de la ciudadanía contenida en las calles de la victimización y la criminalización cotidianas, porque en el cumplimiento de un sexenio más, el proceso electoral siempre ha sido la coalición de la corrupción con la impunidad, por las cuales uno es feliz de llegar al final de un año con las ganas de ensanchar el corazón y alargar la memoria con el brindis en las sobremesas decembrinas en que todos nos tragamos y nos bebemos unos a otros: he aquí los sentimientos más profundos y superficiales en que todos nos estamos hundiendo, salvándose aquellos que hicieron de sus ganancias las pérdidas de otros, pero cuando el Presidente bebe agua porque se le han caído dos secretarios de gobernación, es porque tenía y tiene sed de venganza.

Sí, cuando al final de un año, el país de y en sombras lo consternan y lo prosternan ante los muertos del Presidente en el Campo Marte, los muertos en las calles son los que son en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad: la memoria de los nombres y los corazones sangrantes.

Entonces, cuando al final de un año en (El Buen Fin) de semana para los descuentos en las compras comerciales de un consumismo con la parte anticipada de un aguinaldo empeñado a gastarse y endeudarse, nadie y ni alguien deberíamos comprar nada porque solamente así solventaríamos el peorvenir de lo que nos depara, deviene y está presente, que para el poeta más pesimista y crítico, José Emilio Pacheco, es:

El país del dolor, la tierra de los muertos, la inmensa fosa común que abre sus fauces sobre la nada.

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