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REPLICA A ESCRITO DE Octavio Rodríguez Araujo
Estimado Octavio:
Por éste medio me llegó la reflexión que elaboraste sobre la localización de la izquierda en el mapa de la real politik, creo entender que el sentido de tu reflexión va por dos caminos, o por lo menos así lo he interpretado yo: por un lado, intentas decirnos que en ese mapa que te digo, y que tu ilustras, “la izquierda” dice que es izquierda y que se comporta como izquierda, mientras que las criticas no se hacen esperar por ello y otras izquierdas ponen en duda lo que esa “izquierda” dice que es y lo que hace; por otro lado, nos hablas de que la izquierda institucional o partidista ha perdido su brujula y por ello pacta con su opositor la derecha, y para ejemplificarlo recurres a situaciones concretas dadas en Francia (2002) y en el México actual.
O sea, dos cosas son las que observo en tu reflexión: el problema de la identidad y el problema de la táctica y la estrategia.
Sobre el primero de ellos te comento que un método que podemos utilizar para identificar eso que denominamos identidad se compone de tres factores fundamentales: el primero, observar la autoreferencia que el sujeto (colectivo o individual) tiene de sí mismo; segundo, observar si efectivamente esa autoreferencia es compartida por los integrantes del mismo grupo en el que el sujeto se inscribe; y tercero, contrastar las dos observaciones anteriores con la referencia que sujetos externos al grupo de referencia tienen sobre ese mismo. Si las observaciones coinciden entonces la identidad cobra existencia. Este método te permite profundisar en el grado de configuración, cohesión y transmisión de la identidad propia de un grupo o individuo determinado.
Sobre el segundo creo que el método de análisis obedece más a la interpretación de los hechos que narras desde una persectiva abiertamente política, es decir, de poder y lucha y no del arte de las relaciones humanas. Siguiendo esta idea diremos, palabras más palabras menos, que la táctica se define como el orden que se sigue para alcanzar un objetivo particular, es decir la idea que se tiene del qué y el cómo; mientras que para la estrategia sólo diremos que es el conjunto de acciones encaminadas a facilitar el logro de ese objetivo cualquiera, es decir la aplicación del cómo.
Ergo, si nos limitamos al ámbito (geográfico y simbólico) de la política como una acción profesional desde la que se lucha desde el poder por el poder, enonces por supuesto que encontraremos a una “izquierda”, a un “centro” y a una “derecha” por que el método de análisis pertinente para determinar la existencia de esas identidades políticas así nos lo demuestra, es decir, los integrantes de esa izquierda (institucional, partidista: lopezobradorista, petista, aliancista) ahora se definen a ellos mismos como de centro, o como centro-izquierda, o como izquierda moderna y amorosa lo que por supuesto es aceptado por todos sus integrantes y por sus opositores al interior de ese espacio político-institucional (el sistema de partidos). Sin embrago, cuando ampliamos el ámbito espacial y llevamos el análisis fuera de lo interpartidista propio de la política profesional entonces encontramos que eso que se entinde como izquierda, no es otra cosa que una ideología política que ha sido construida políticamente y expresa políticamente una froma particular y ética en la que se deben llevar a cabo las relaciones sociales y la lucha contra la explotación y el dominio impuestos como resultado de la existencia de una otra ideologia política propia de la derecha. Y que esta definición ideológica no es propiedad exclusiva de los partidos o de los profesionales de la política, que gran parte de ésta su verdadera contraparte, la sociedad civil, descalifica y desconoce la existencia de una izquierda electoral como opción o alternativa, lo cual complejiza aún más el análisis sobre las identidades.
Ahora, en el terreno de las ideologías la congruencia entre lo que se dice que se debe hacer y lo que en realidad se hace es una herramienta fundamental de medición, ya que por sí misma nos conduce al análisis de las dinámicas y relaciones que se establecen al momento mismo de la práctica política (praxis) cuando se definen táctica y estrategia a seguir en la lucha por el poder desde el poder mismo. Entonces, si el objetivo es tomar -o llegar- al poder participando en esa lucha, no hay mucho en lo que debamos deternernos para analizar nada: tanto la táctica como la estrategia se encuentran condicionadas por la voluntad política y los intereses del poder mismo: es decir, se aceptan las reglas del juego en el que los dados están cargados a priori hacia un bando epecífico.
Con este breve “recorrido metodológico” he intentado desarrollar un poco más el planteamiento que haces en tu reflexión con el objeto de observar también el hecho mismo de que si en el mapa de la real politik se acepta la existencia de tres puntos políticos “divergentes entre sí”, y que tú reconoces a uno de ellos como la izquierda mexicana fracmentada pero que puede llegar a ser una opción electoral si logra cohesionarse, obedece a la necesidad que tienen los partidos de continuar con esa ficción que justifica su existencia como “un espacio particular para cada posición política”, espacio en el que se nos dice tienen cabida las inquietudes propias de la sociedad civil: el partido político como el único medio de participación de la sociedad en el Estado (democracia representativa). Es decir, la ficción de la existencia de un Estado democrático, la ficción de un vínculo efectivo entre gobernates y gobernados.
Ahora, una situación digna de analizarse con este mismo método es la definición que en la práctica van experimentando los movimientos sociales cuando por ejemplo, como resultado de su resistencia, pasan de exigir la resolución de sus demandas sociales, económicas o culturales a reivindicar cuestiones políticas como la soberanía popular, la autonomía local-regional, la liberación nacional… será ésta una posición social de izquierda, es decir, contraria a la del orden ideológico, político y económico establecido por la derecha política. En México echemosle un vistazo a la VI Delaración de la Selva Lacandona y observemos el por qué de la argumentación zapatista para definirse como de abajo y a la izquierda. O sea, lo que quiero preguntar es si en México, a los mexicanos de abajo, ¿nos interesa reproducir el sistema de cosas imperante o decidimos resistir y rebelarnos en contra de ese sistema de situaciones injustas y cambiarlo por otro? La respuesta que demos en los hechos definitivamente nos colocará cercanos a alguna de las definiciones que hemos estado manejando y por supuesto excluira a otros.
Un documento vigente para este tipo de reflexiones es el de “La imposible geometría del poder en México” (2005), escrito por el Subcomandante Marcos y en el que a su manera ilustra sintéticamente el por qué no es posible que la sociedad civil, organizada o no, ubique desde su ámbito particualr la existencia de una “izquierda”, un “centro” y una “derecha” opuestas y que se enfrentan en el terreno del sistema político mexicano. Aquí te dejo sus conclusiones:
“Para saber cual es el proyecto de quien aspira al Poder no hay que escuchar lo que dice hacia abajo, sino lo que dice hacia arriba (por ejemplo, en las entrevistas a los diarios norteamericanos New York Times y Financial Times). Hay que escuchar lo que les ofrece a quienes mandan en realidad.
La oferta central del programa presidencial de AMLO no es vivir en Palacio Nacional y convertir Los Pinos en la nueva sección del Bosque de Chapultepec. Es “estabilidad macroeconómica”, es decir, “ganancias crecientes para los ricos, miseria y despojos crecientes para los desposeídos, y un orden que controle el descontento de estos últimos”.
Cuando se critica el proyecto de AMLO no se trata de criticar un proyecto de izquierda porque no lo es, así lo ha declarado y prometido López Obrador al Poder de más arriba. Él ha sido claro y sólo no lo ven quienes no quieren verlo (o no les conviene verlo) y se siguen esforzando por verlo y presentarlo como un hombre de izquierda. El de AMLO es un proyecto, según él mismo lo definió, de centro.
Y el centro no es más que una derecha moderada, una puerta a la clínica de cirugía plástica que transforma a los luchadores sociales en déspotas y cínicos, una macroeconomía estabilizada con segundos pisos y conferencias de prensa mañaneras.
Nosotros hemos visto y analizado de cerca el gobierno de AMLO en el DF. Y no en la prensa, en los círculos selectos o en los segundos pisos sino abajo, en la calle. Creemos que hay ahí el germen de un autoritarismo y un proyecto personal transexenal. La imagen de Carlos Salinas de Gortari construida por AMLO es, en realidad, un espejo. Por eso la conformación de su equipo. Por eso su programa tan cercano a aquel del “liberalismo social” del salinismo. ¿Dije “cercano”? Más bien, la continuación de ese programa. Esto se encuentra todavía oculto por la avasallante estupidez de la ultraderecha (que parece chivo en cristalería) y por el mismo caos ideológico que reina en la clase política mexicana, pero no tardará en hacerse evidente. Tal vez por ese ocultamiento, algun@s intelectuales, además de destacad@s luchador@s sociales, le proporcionan su cálido aliento al huevo de la serpiente que hoy anida en el gobierno de la Ciudad de México”.
Y continúa:
“No nos vamos a dedicar a descalificar a AMLO (de eso se encargará, y con inmejorable eficiencia, el PRD -sobre todo en la lucha por la candidatura al gobierno del DF-), pero consideramos nuestro deber advertir, definir y definirnos. Es necesario porque, en el gatopardismo de arriba, una definición no clara se convierte en un apoyo explícito: “si no está contra nosotros, entonces está a favor de nosotros”. La definición frente (y no a un lado) a lo que representa AMLO es imprescindible. Su propuesta (y en esto no hay ninguna diferencia con la de Cárdenas en el PRD, ni con la de cualquier precandidato de cualquier partido en el superpoblado “centro” político del México de mediados del 2005) es llenar DESDE ARRIBA Y POR ARRIBA el vacío provocado por la hecatombe neoliberal”.
Saludos desde Chihuahua
Víctor Hugo
¡Contra el desprecio, la ORGANIZACIÓN!
¡Contra el despojo, la MOVILIZACIÓN!
¡Contra la represión, la SOLIDARIDAD!
¡Contra la explotación, la LIBERACIÓN!
¡Contra el capitalismo, LA DIGNA RABIA!
La Otra ciudad de Chihuahua
— El lun 21-feb-11, Frente Estatal en Defensa de la Vivienda de Sonora escribió:
¿Dónde quedó la izquierda?
Octavio Rodríguez Araujo
Hacemenos de un año muchos perredistas ponderaron las razones por las que les fue tan mal en la elección de diputados federales de 2009, y concluyeron que su partido estaba en condiciones tan precarias quedebía ser refundado. Se hicieron foros en varios estados con esepropósito y en lugar de refundarse se instrumentó una nueva organización denominada Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA) con el PRD, Convergencia y el Partido del Trabajo. En otros términos, se pospuso la reconstrucción del partido.
Lo que parece que se está haciendo, aunque no se dice así, es promover que el PRI no aumente su poder, aunque esto implique que el PAN pueda recuperarse y, eventualmente (cosa que dudo), vuelva a ganar lapresidencia de la República. Una extraña lógica, a mi manera de ver. Lo que están intentando los dirigentes perredistas y del DIA es apoyar ala derecha (PAN) para que pierda la derecha (PRI),porque la izquierda o las corrientes que deberían formar la izquierda,no tiene oportunidad de rehacerse y ganar la presidencia. La hipótesis,surgida de la ideóloga de la clase media asustada (Denise Dresser), es que las próximas elecciones federales se decidirán con los apoyos logísticos y económicos de los gobernadores de los estados, y si éstos son en su mayoría priístas, pues el resultado automático será que gane el PRI, lo cual deberá evitarse.
La falsedad de dicha hipótesis consiste en pensar que hay diferencias importantes entre el PRI y el PAN, y que éste es mejor que el primero.
El Partido de la Revolución Democrática perdió, además de la brújula, su capital político de 2006 por errores internos y luchas por la hegemonía, y ahora aspira a seguir perdiéndolo por las alianzas que se ha propuesto con quienes debieran ser sus enemigos, si de verdad fuera un partido de oposición. La pregunta que deberían hacerse sus dirigentes es: ¿oposición a qué y de qué tipo?
Lo que está ocurriendo es típico de los sistemas de partidos cuando éstos se corren al centro. La distinción entre el centro-derecha,centro-centro y centro-izquierda es sólo para especialistas, y aun así es difícil. El centro es no compromiso, ambigüedad en principios y programa, pragmatismo y, por ende, oportunismo. Esto es lo que ocurre con el PRD y, para colmo, con sus aliados(relativamente) históricos. ¿Y la izquierda? Simplemente dejó de existir al volverse de centro. Decir que es la izquierda que tenemos y ni modo, no es consuelo para nadie.
Si reconocemos que la derecha siempre estará ligada de una forma u otra alos intereses fundamentales de las clases dominantes, la izquierda se caracterizaría, incluso ahora, por su oposición a los intereses de esas clases dominantes y a las desigualdades, en todos los órdenes, que esas clases sociales generan en la lógica del capitalismo y la concentracióndel capital. Aun aceptando que las izquierdas de ahora no necesariamente son socialistas, tienen que distinguirse de las derechas por su oposición a los intereses de éstas y de las clases dominantes y de sus formas de dominación. ¿Es esta posición la que sostienen el prd y sus aliados? Según yo, no. Y si fuera así, ¿cómo se justificaría su alianza con la derecha representada, en estos momentos, más por el PAN que por el PRI, aunque ambos partidos sean ubicados en la derecha por ser defensores del statu quo y de quienes se benefician de éste?
En la historia podemos observar ciertos momentos en que las izquierdas,incluso las ultraizquierdas, han apoyado a las derechas para evitar que triunfen las ultraderechas. Fue el caso, por ejemplo, en la segunda vuelta de la elección de 2002 en Francia. En esa elección, como se recordará, Chirac obtuvo en la primera vuelta 19.6 por ciento de la votación total, en tanto que el fascista partido de Le Pen había alcanzado el amenazante segundo lugar con diecisiete por ciento de lossufragios. Fue por esto que para la segunda vuelta las izquierdas, en sus varios matices, apoyaron al partido de Chirac para evitar que Le Pen ganara la presidencia. Sin embargo, en México las izquierdas electorales, que prácticamente son las únicas que existen, están apoyando al PAN, que tiene una fuerte composición de ultraderecha, para evitar que el PRI, un partido de derecha, pueda acumular fuerzas para la elección de 2012.
Podría decirse que es cuestión de tonalidades, ya que los dos partidos mayoritarios en estos momentos son de derecha y que se trata de enfrentarlos entre sí como táctica coyuntural. Pero se pasa por alto que los intereses que defienden estos dos partidos mayoritarios, el PRI y el PAN, son los mismos y que sin importar cuál de los dos esté en la presidencia sus acuerdos y complicidades serán también los mismos. Ya ni siquiera se han distinguido sobre temas como el aborto o sobre suposición ante Estados Unidos y los capitales trasnacionales. Y esto hasido así, no debe olvidarse, desde que gobernaba Salinas hasta ahora.Salinas, Zedillo, Fox y Calderón han defendido y defienden los mismos intereses y la ideología conocida como neoliberalismo, pese a que unos han sido del PRI y otros del PAN.Que en este último partido militan los yunquistas y hay mayores identificaciones con la Iglesia católica, no cambia mucho las cosas.Muchas de las prerrogativas de esta Iglesia y su intervención en la vida política se le deben a Salinas y a los priístas que votaron, junto con el PAN, por sus iniciativas para reformarlos artículos 24, 27 y 130 de la Constitución. Es más, hasta podría decirse que los panistas son más de derecha que los priístas, pero seestará de acuerdo en que esas diferencias son de matiz y que ambos partidos representan básicamente lo mismo. ¿Por qué, entonces, aliarse con cualquiera de los dos?
Ante estos hechos, la perspectiva que veo para la izquierda mexicana es desastrosa. Está en crisis, como casi todo en el país, precisamente cuando más se necesita, no sólo para que se oponga a las derechas, sino para que sea una opción verdaderamente popular por la cual votar.