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La indignación, factor del cambio social

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Por: Alfonso López Collada

La bienvenida que leyó el doctor Víctor Quintana al iniciar la Audiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos en Chihuahua, sacudió a quienes lo escucharon. Y el impacto de los testimonios presenciales que expusieron quienes perdieron a sus madres, hijas, hijos, hermanas y viviendas, fue demoledor.

El Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) es un tribunal ético internacional no gubernamental. El Capítulo México cuenta con ocho garantes: Abel Barrera Hernández, Magdalena Gómez Rivera, Obispo Raúl Vera López, Javier Sicilia, Jorge Fernández Souza, P. Clodomiro Siller Acuña, Gilberto López y Rivas, y Andrés Barreda Marín, nombrados por la Fundación Franz Fanon. En Chihuahua, el tema central de esta Audiencia (del domingo al martes pasados) fue “Feminicidio y Violencia de Género”.

La develación de un caso tras otro, durante horas y horas, atravesó cualquier escudo con el que alguien pudiera pretender esquivar el dolor y la indignación. A los dos días de recuento de tragedias les siguieron el veredicto y la lectura de las recomendaciones al Estado Mexicano, a cargo de cinco juezas del TPP internacional: la galardonada jurista Mireille Fanon Mendès France, Dra. Rosa Linda Fregoso, Dra. Sylvia Marcos, Dra. Cynthia Bejarano y Dra. Rita Segato, con post doctorados en las universidades más reconocidas a nivel mundial.

El cierre tuvo lugar en la plaza principal de la capital del estado, ante la “Cruz de Clavos”: más de dos mil clavos hundidos en la madera, uno por cada víctima en el estado desde 1993. Violencia generalizada y pobreza crecientes son dos problemas a los que se suman persecución, trata de personas, despojo de viviendas y tantos otros que atentan contra la dignidad y la cohesión social. Son problemas que sólo pueden resolverse con mucho más que una desaprobación pasiva.

Lo que siente el país entero (excluida la cúpula, por decisión propia) es una profunda indignación ante la frenética carrera que nos conduce hacia el peor destino social visto en muchas décadas. La sociedad está indignada, pese a haber sido domesticada desde la cuna, la escuela y los medios para aguantar y aguantar, para resignarse a no entender. En esas condiciones, asume el deterioro a cambio de la esperanza que se le promete en discursos cada vez más mal hechos, desaseados, con frases enredadas y contradicciones de clara intención encubridora que demuestran un ofensivo desprecio al ciudadano.

La manera burlona en que los poderosos le cierran todas las puertas en las narices al pueblo, provoca -deberían pensarlo- ira social. Es una indignación que hace llorar a los deudos de las víctimas de la violencia nacional, a sus defensores y a cuantos se decidan a ver la realidad. Emilia González Tercero, defensora chihuahuense de los derechos humanos, por indignación se decidió a actuar y trabajar gestionando, escuchando, tramitando, arriesgándose y convenciendo con su ejemplo y su empuje.

Es preciso reconocer su valentía y la de muchas otras personas que se pusieron de pie y –lo principal– que actuaron sumando fuerzas hasta lograr la creación del Tribunal Permanente de los Pueblos, Capítulo México. Emilia es una mujer indignada en situación de guerra cuya influencia nos ha marcado a muchos chihuahuenses. Preste atención y verá: esa indignación ya no es de unos cuantos. Ya comienza a campear en todo México…

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